Ir a un concierto de los Beach Boys en el año 2014 podría sonar a ciencia ficción teniendo en cuenta que estos “chavales” comenzaron hace más de 50 años (sí, es cierto que solo queda Mike Love de la formación original pero ¡pelillos a la mar!). Saltaron al escenario puntuales y luciendo, Love y Johnston, las típicas gorras de guiri que se tuesta al sol en la Plaza de la Paja. Cuando aparecieron sobre las tablas, gran parte del público se encontraba todavía comprando perritos calientes y cerveza, como si estuvieran en un parque de atracciones californiano. Y es que precisamente eso es lo que parecía el Jardín Botánico de la Complu en esta noche de verano capitalina. Pero luego llegó la música. No cabe duda de que los Beach Boys se sitúan en el pódium de las viejas leyendas de la música popular por méritos propios. En el show madrileño encadenaron un tema tras otro sin dejar apenas respiro al respetable. Sonó lo que se esperaba que sonase: Darlin´, Don’t worry baby, Wouldn’t it be nice, Catch the wind, Surf city, Surfin’ safari, Surfin´ USA, The ballad of old Betsy (con dedicación especial para los amantes de los coches) y así hasta casi cuarenta temas durante más de dos horas. El público fue calentándose poco a poco y a la mitad del recital ya estaba todo el mundo moviendo las caderas. Entre los asistentes se encontraban sexagenarios con camisas hawaianas, modernos treintañeros y hasta niños que (seguro) eran los nietos de los primeros. Escuchar la música de los californianos hoy en día te transporta inevitablemente al pasado, y te sientes como Marty McFly en la plaza de Hillvalley sonando de fondo Mr. Summers. La emotividad vino de la mano de una de las últimas composiciones de Love, la muy notable Pisces brothers, dedicada al gran George Harrison. En cualquier caso, el buenrollismo y el sentido de lo lúdico que transmiten estos tipos no puede ocultar la calidad de sus composiciones.
Texto y Foto: Pepe Maza
