Encuentros

Julián Maeso, los sueños han vuelto (Fiesta RUTA 66)

 

AFbaja

 

Recuperamos este interesante artículo a propósito de la entrevista que Alfred Crespo hizo a Julián Maeso, uno de los grandes tesoros de la música hecha aquí y que sigue siendo un desconocido para muchos de los que nos seguís habitualmente. Os animamos a pasaros mañana viernes a partir de las 2130hrs  por la sala Rocksound  en una de las poquísimas ocasiones que tendremos de verle por Barcelona. Hemos montado una pequeña fiesta porque nos gusta tanto que queremos compartirlo. Regalaremos números antiguos y pincharemos rock’n’roll 100% routier hasta que nos echen.

NAVEGANDO EN UN MAR DE DUDAS, CON SU INDISCUTIBLE TALENTO COMO PUNTO DE REFERENCIA PARA BUSCAR UN PUERTO EN EL QUE ATRACAR Y MOSTRAR TODO LO QUE TIENE QUE CANTAR Y CONTAR, MAESO PRESENTA SU SEGUNDA OBRA COMO SOLISTA. Y EL DISCO SE LAS TRAE…

Se las trae porque no es usual encontrarse con un tipo como él. Saboreólas mieles del éxito, ha ejercido de escudero de lujo para algunos de los grandes nombres del panorama rock patrio y muestra un carácter taciturno, rozando la melancolía, que puede transmitir la sensación de inseguridad. Para nada. Él tiene claras sus intenciones y objetivos. Y también que darse de bruces con la triste realidad del momento actual, en el que la industria musical convencional busca su supervivencia, puede empujarte a dedicarse a otra cosa…o reafirmarte en tus intenciones. Maeso a apostado por la segunda opción…

 TOLEDO

Reconozco que, durante un tiempo, paséa encasillar a Julián como magnífico músico de apoyo de nombres populares que había decidir ofrecer sus dotes como teclista al mejor postor. Quien haya seguido mínimamente sus evoluciones relacionarásu nombre con MClan, Quique González o, más recientemente, el Pájaro sevillano. Le debo una a un veterano lector rutero, inolvidable participante en la sección de Correo de esta revista. Firmaba como Sel-lam El Ammari, alguno de ustedes le recordará, y no dejaba títere con cabeza: criticaba errores ortográficos o de construcción gramatical, se mondaba sobre las opiniones de ciertos colaboradores, todo desde un corrosivo sentido del humor (porque era sentido del humor, ¿no?). En ocasiones se refería a símismo como “el puto Toledano”, y fue él el hombre que me remitióun sobre con un Ep en formato compacto de Maeso. Dreams Are Gone, se titulaba, y cortaba la respiración. Enganchaba su mezcla de blues luminoso, rock sureño escuela Allman y soul, mucho soul. La temática parecía poco optimista, pero el disco brillaba con luz propia. Sel.lam logrósu objetivo. Desconozco cuantos sobres envió, pero la maquina se había puesto en marcha y toda ayuda promocional (es un decir) se agradecía. ¿Empezamos por el principio? “En casa siempre escuchémúsica, los discos de vinilo de mis padres. Con catorce años, cuando iba hacia el trabajo de mi madre, pasaba por delante de un antiguo Mercado, reconvertido en local de ensayo de grupos. Las bandas guardaban sus equipos en unos cajones de madera, e iban ahía ensayar. Básicamente se trataba de grupos heavies, y todo el mundo hablaba sobre lo que ocurría ahí. Que si drogas, cosas de esaspara un chaval daba cierto miedo entrar. Yo me sentaba en una ventana y me comía un bocata mientras les veía tocar. Hasta que vi a un grupo hacer versiones de Free y Bad Company. Yo medía metro treinta, y acababa de conseguir una batería muy barata, asíque cuando escuche a otros músicos cantar canciones de Chuck Berry me decidía pedirles que me dejaran tocar. Cuando alguna de las bandas paraba, ahíestaba yo para pedir que me dejaran aporrear la batería. Supongo que les hacia graciaMe llamaban Juliancito, me fui juntando con ellos, empecéa tocar la guitarra y a conocer a los músicos de la ciudad. Julián ya tiene circulando por sus venas el ansia, la necesidad de tocar un instrumento, de relacionarse con semejantes y soñar que, porquéno, algún día estarásubido en un escenario como sus intérpretes favoritos. Duda: ¿académico o autodidacta? “En mi colegio había una escolania, un coro que cantaba en la catedral. Don Antonio Celada, el organista, lo dirigía. Yo cantaba la misa cada domingo, en latín, rollo castrati. Cuando llevabas dos años te obligaban a estudiar solfeo para poder leer las partituras, pero me echaron en primero de piano. Intentaba hacer partes de blues en lo que ellos querían que tocara, y creo que no les gustabaasíque me expulsaron. No he vuelto a estudiar, aprendítocando y escuchando discos. Por una parte estábien, esto te obliga a espabilarte y ves la música de otra manera. Puedo leer cifradospero tengo que aprenderme los temas de memoria o dejarme llevar. Esto te vuelve más libre y creativo, pero también te complica las cosas en según quéocasiones, te pone en tu sitio, claro. No estánada mal para alguien al que se considera un maestro, principalmente cuando se sienta tras un teclado Hammond (“un maestro cargando, soy. El Hammond es fantástico, pero girar con él no es nada fácil. Suena como suena, pero da muchos problemas de peso y espacio. Algunos son muy antiguos, y en cualquier momento puede fallarte algo, una tecla, una polea, algunos tienen cincuenta añosLa ventaja es que eran instrumentos pensados para durar mucho tiempo, no como los que se construyen ahora. Yo viajo con un soldador y otras herramientas, por si hay que hacer algún apaño”).

Antes de tocar tan poco manejable teclado, Maeso empieza a funcionar como guitarrista con músicos que conocióen el Mercado, practicando vitamínico rock de garage. Alguno de sus compañeros de armas acabaráformando parte de los Blackbirds, su primera banda consolidada como tal. Las quejas vecinales resitúan a la escena local en unos locales menos visibles, y ahíarranca la historia de una banda apreciada básicamente dentro de la escena mod, que abandona para irse a estudiar a Sevilla. Ahíconoce a Pájaro y a los que acabarán siendo sus muchachos, con Raúl a la cabeza. Cuando regresa a su ciudad natal, le espera la oportunidad de ejercer de programador en la sala Pícaro. Por ahímerodean los Sunday Drivers…“amigos de Toledo. Acababan de formarse, llevaban cuatro conciertos, y todo se disparó. Estuvimos en el lugar adecuado en el momento adecuado. Cada año pasa un tren, a veces es cuestión de marketing, a veces de suerte, a veces de hacer bien las cosas. Cuando pasa ese tren, si puedes subirte , perfecto. Jero canta y compone muy bien, y el resto trabajábamos para él. De golpe te ves actuando en Paris después de Iggy Pop delante de 40.000 personas, en el FIBéramos un grupo de currantes, ensayábamos de lunes a viernes. Hay músicos buenos, y músicos currantes. Por mi experiencia, llegan más lejos los que sin ser tan buenos trabajan mucho que algunos tipos que tienen mucho talento pero no se lo curran. Ahora que soy mi propio jefe estoy aprendiendo a ser metódico. Yo he hecho sufrir mucho a los demás, tengo un punto un poco “desastril”, puedo liarla parda en cinco minutos. Cuando tienes que tomar decisiones, la cosa cambia”. ¿Sufrir? “Ya sabes, cumplir horariospero en cada grupo en el que he estado he aprendido. Vengo del rollo de la improvisación, y los corsés me ahogaban. Pero luego te das cuenta que hay que tocar en el momento en el que hay que tocar y estar callado cuando hay que callar. He aprendido a formar parte de un equipo, y mi experiencia me ha servido para formarme como acompañante y como responsable de mi carrera como solista”.

Tras la gran aceptación popular cosechada, Sunday Drivers llegan a su fin, quizás exprimida ya una fórmula que, para los meros espectadores, todavía podía proporcionar más jugo y muchos aplausos. ¿Como llevónuestro hombre su salto al vacío? “Conocía una chica y me fui a Valencia. Entréen contacto con otros músicos, me desengañéun poco de como funcionaba la industria y dejéde tocar. Un año. Algún bolo, pero prefería hacer cualquier otra cosa, hasta que empecéa componer con una guitarra acústica. Estaba cansado de cargar con mi Hammond, podía ir a tocar en cualquier parte, hasta que actuécon un trío onda acid -jazz en Madrid. Vino Alvaro bouso de Sony, le gustóy acabépasándole algunos temas. El Ep era mi tarjeta de presentación, y necesitaba grabar las canciones que tenía compuestas. No puedes grabar piezas escritas hace demasiado tiempo, pierden su sentido. Todo fue lentamente, el Ep les interesóy todo fue cuadrando”. Dreams Are Gone se estaba cociendo, y supuso “un punto de realismo. Te das cuenta de como son las cosas, ves que no puedes cambiar lo que te rodea, lo de triunfar no es lo que pensabas…”. Sorprende la madurez existencial de Julián, que conjuga su juventud con la experiencia de los veteranos: “siempre he intentado tocar con gente mayor que yo, y escucho música de gente que tiene una edad. Escuchas a Son House o a Solomon Burke, y son tipos de setenta años. Eso me influye, no he vivido lo que ellos han vivido pero puedo entenderlo”. Y llega una (reducida) explosión comercial y un (creativo) paso adelante. Llega el momento de presentar un disco en condiciones. Incontinente, acumula durante largas sesiones un gran número de excelentes composiciones. Y hay que darles salida, para solaz y desespero de sus seguidores, que se ven obligados a rastrearlas en diversos formatos. Cosa de locos, aunque Maeso opina que “el que se volvióloco fui yo. Grabéveintiún temas, y quería sacarlos todos. Tuve que elegir ocho canciones para el vinilo, por cuestiones económicas. En el cd iban el resto, menos dos piezas que saldrían solo en ITunes. Y la repercusión fue muy buena, supongo que el llevar años tocando con artistas reconocidos me abriópuertas. He tocado para indies con los Drivers, para fans de Quique o MClan, y esto ayuda”. Repercusión mucho más entusiasta por parte de una crítica que se rinde a sus encantos y a una asimilación perfecta de los sonidos procedentes del rock de raíces, que por parte del gran público, ese que abarrotaba pabellones para corear las canciones de SD. El boca a boca surte efecto, su nombre se convierte en referencia obligada cuando hablas de música caliente realizada por aquí, aunque uno siempre pensóque sus creaciones deberían traspasar fronteras: seguro que en la Europa real haría enloquecer al personal. Los tímidos intentos realizados en Francia y Suecia deberían tener continuidad, fijo. Pero las dudas no desaparecen, quizás incluso incrementan su intensidad. Charlécon él tras un concierto barcelonés de Pájaro en una Plaça Reial abarrotada que acabóentregada al arte de los sevillanos…y a su temazo final, castigando a su teclado con potente intensidad. Parecía confuso, desalentado. Uno podía pensar que volvería a coger los bártulos y a refugiarse en cualquier pueblo costero. Afortunadamente no fue así.

 ONE WAY TICKET TO SATURN

No solo eso. Maeso decide coger el toro por los cuernos, y aprovechar el tirón. Setenta conciertos a las espaldas y un buen lote de canciones nuevas por rematar. “Se lo comentéa la discográfica y me dijeron que adelante. Se fiaron a ciegas, casi no les enseñénada. Sinceramente, me pillóun poco el toro. Se acortaron los plazos, y decidígrabar ya. En Dreams Are Gone fue todo lo contrario, todo muy relajado, sin prisas. Lo grabéprácticamente en casa, sin horarios, y eso provoca que todo se ralentice. Grababa a cualquier hora, ahora un piano, ahora un ukelele, pasaba alguien a verme y acababa metiendo un instrumento u otroLuego lo escuchas y piensas que quizás me podía haber ahorrado la mitad, pero mientras estás metido en ello lo disfrutas. Ahora ha sido todo lo contrario, quería grabarlo en directo. Las bases están registradas así, en los Estudios Brazil de Madrid, donde tuvieron mucha paciencia conmigo. Lo dejo todo abierto, me gusta que hasta última hora yo y mis músicos decidamos lo que vamos a hacer. En cinta tienes que tenerlo muy claro, pensaba que grabaría en cinta y lo pasaríamos a digital, estaba más preocupado por las canciones que por el sistema de grabación. Mareébastante, hice las letras sobre la marcha. Querían grabar primero las guitarras, luego voces, etcpero yo saltaba de una cosa a la otra. Javier Ortíz me ayudómucho, además era consciente de que los costes económicos se disparan si acumulas horaspero creo que el resultado ha valido la pena. Se nota que estátodo grabado por la misma gente, en Dreams Are Gone participaron veintidós músicos, cada uno con sus peculiaridades. La intensidad en la grabación y contar con un equipo fijo ayuda a dotar al disco de una gran coherencia”. Coherencia palpable desde el minuto uno. Si en su primer disco (escojan formato, que pueden) todo encajaba, flotando en un aire ciertamente tristón, pero las variaciones estilísticas eran evidentes (y buscadas, añado), en este viaje a Saturno la solidez estructural e interpretativa es total. Huye del inmovilismo y del típico libro de estilo, apuesta por un funk carnoso y un soul espiritualmente rico en calorías, por guiños a sus maestros (Gregg Allman es uno de ellos) y al rock setentero más articulado. Y, lo principal y más importante, ha logrado escribir unas canciones que dejan huella en el oyente. Su primer sencillo, <<Must Have Been Dreaming>>, ya muestra un cambio de actitud: se acabóla hora de las lamentaciones. Vamos a por ello. Golpeando en el esternón, mordiendo la yugular. Con clase. Con guante de seda forjado en hierro, como diría Daniel Clowes. Un álbum de duración convencional que supera, con nota, la media de la mayoría de lanzamientos de similares características. La escucha de su adelanto, despojado todavía de consistencia física, pronostica múltiples escuchas de piezas como <<Someday Maybe Someday>>, <<What About Sad John>> o <<Leave It in Time>>. Garantiza cosquilleo en la espalda y ritmo en los pies. Búsqueda inmediata del formato vinilo para gozarlo en toda su intensidad. Saturno se acerca, y Julián no puede ocultar su satisfacción, pese a su acostumbrada prudencia expresiva. Planea salir ya a pasearlo por ahí, empezando por varias ciudades españolas con escala en Liverpool (en la escuela apadrinada por Macca, ahíes nada) y Manchester. Intenta coordinar agendas con los músicos participantes en las sesiones de grabación, algo realmente complejo, y se le nota excitado por mostrar a sus nuevas criaturas. Por presentarlas en sociedad, primero a sus fieles, luego a quien sepa apreciarlas. Antes de despedirnos, no puedo evitar preguntarle por la repetida utilización de la palabra Dreams. ¿Es un guiño a los Allman Brothers? Por su cara de sorpresa intuyo la respuesta negativa. Aunque si el cascarrabias de Macon escucha su disco, seguro que le otorga su bendición.

Texto: ALFRED CRESPO

 Foto: Rebeca García

 

 

 

 

 

 

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