Encuentros

Shooter Jennings, haciéndolo todo a su manera

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Recuperamos esta entrevista con Shooter publicada en el número de marzo de Ruta 66 para recordar que la próxima semana estará presentando su último disco The Other Life, una fabulosa colección de canciones que nos devuelven al mejor Jennings de los últimos años. Una cita indispensable para los amantes del buen rock americano contemporáneo. El miércoles 5 estará enseñando los dientes en la sala Bikini de Barcelona, el 6 en la Casa del Loco de Zaragoza, el 7 en Copérnico Madrid y el 8 en el Kafe Antzokia de Bilbao.

Hace ya siete años que Shooter Jennings nos visitó por primera y última vez. Fue en el Festival Blues & Ritmes de Badalona y, aunque había publicado ya dos sólidos trabajos de estudio (Put the O back in country y Electric Rodeo, que lo llevó por vez primera a Europa), continuaba siendo obligado añadir junto a su nombre una inevitable referencia genealógica: su viejo era Waylon Jennings. Su paso por Badalona fue efímero (la noche anterior había tocado en el Luminaire de Londres y, en la siguiente, se lo esperaba en Groningen, Holanda), pero de ningún modo pasó inadvertido. Lo acompañaban, además de unos 357’s en estado de gracia (no olviden a Leroy Powell, guitarra; Ted Russell Kamp, bajo; y Brian Keeling, batería, cuando os pidan un ranking de las mejores american bands de la década pasada), su mujer (ni mas ni menos que la actriz Drea De Matteo, muy popular entonces por su papel de Adriana en The Sopranos, que se pasó todo el bolo haciendo fotos de su hombre en primera fila) y su madre: la encantadora Jessi Colter, protagonista de una carrera musical circunscrita al movimiento outlaw que algún día convendría analizar con cierta calma y que aquella noche, desgraciadamente, no hizo el dueto con su hijo que algunos esperábamos. Había venido gente de toda España y, aunque Shooter recuerde la experiencia con cariño («nos encantó el teatro y estábamos excitados; nunca habíamos estado ahí, vimos que era sold out y flipamos»), fue temerario hacer aquel bolo en el bello y pulcro Zorrilla, ya que era difícil disfrutar de la música del hijo de Waylon y los suyos, que salieron triunfalmente al escenario mientra sonaba por todo lo alto la banda sonora de Star Wars, empotrado en una butaca y sin una botella de cerveza, o de bourbon, en las manos.

En fin, que ha llovido. Shooter Jennings bajó considerablemente el listón con The Wolf (con una insospechada versión del «Walk of life» de Dire Straits que dividió a sus devotos), disolvió los 357’s, retó a sus fans con Black Ribbons, formó una nueva banda -The Triple Crown- en Nueva York con músicos de la órbita del jazz como Erik Deutsch y, finalmente, recuperó la buena forma con Family Man y The Other Life, dos discos algo más maduros, de reencuentro con la vieja fórmula, que nos advierten que la carrera del pequeño Jennings no estaba ni de lejos tan finiquitada como algunos podían pensar y que empezaron a ser reseñados sin necesidad ya de meter el nombre de Waylon por en medio. Su primera gira española el próximo mes de marzo (día 5, Barcelona; 6, Zaragoza, 7, Madrid; 8, Bilbao), que coincide con la publicación de su segundo trabajo en directo (The Other Live) es, pues, uno de los acontecimientos de la temporada para los aficionados al rock americano.

 

 

Una parte sustancial del material de The Other Life se grabó en marzo del 2011 durante las sesiones de Family Man. ¿Por que acabaron éstas grabaciones en dos discos distintos?

Cuando se suponía que todo iba a formar parte de un mismo disco mandé el material a Jay Frank, un buen amigo mío que solía trabajar en CMT, una emisora country de Nashville. Jay, un tipo listo, me ayudó a ver que había dos tonos distintos, y me aconsejó separarlo en dos álbumes diferentes, publicándolos en un corto espacio de tiempo. Seis canciones de las once del disco -“Wild & Lonesome”, “The Other Life”, “Outlaw You”, “The White Trash Song”, “The Outsider” y “15 Million Light Years Away”- ya estaban listas cuando me puse a grabar The Other Life.

 

 

¿De que habla el disco?

De cambios vitales, de buscarse una propia identidad y arreglártelas con ella. A menudo piensas que tu vida no ha acabado siendo para nada como la habías imaginado, de modo que es necesario esforzarse para asimilarlo, comprenderse a uno mismo e intentar sacar de todo ello algo positivo, fijándote en lo que te hace fuerte y en lo que te hace débil. Incide, también, en el tema de la incomprensión, una cosa por la que he pasado y que he reflejado, según creo, notablemente en mi discos a lo largo de los años. Viene a plantear algo así como «ámame, o ódiame, pero por favor no me malinterpretes».

 

El proyecto incluye una película con el mismo título del disco, en la que participan Munly J. Munly de Slim Cessna’s Autoclub y Jesus Rivera de Demonbabies. ¿Cual era la idea?

Creo que los discos, a estas alturas, deben ser algo más que simples colecciones de canciones. Black Ribbons incluía un videojuego, y en este caso, cuando nos pusimos a preparar un video junto a Blake Judd nos gustó la idea de convertirlo en un pequeño film. Incide en la temática del disco, en ideas como el autodescubrimiento y la tentación, y sirve para que The Other Life sea también una experiencia audiovisual.

 

Lo habéis publicado… ¡en VHS! Sabía que el cassette se había vuelto a poner de moda, pero nuca hubiera imaginado que el VHS también…

[risas] ¡Pues ya ves! Se trata de un bonito VHS de color púrpura, que publicamos básicamente para divertirnos. Aquí en Los Angeles hay todavía un mercado importante de coleccionismo de cintas VHS, especialmente de películas baratas de horror.

 

Sorpresa: el disco empieza con una versión de Harry Nilsson: «The Flying Saucer Song».

A mis padres les encantaba Harry Nilsson, de modo que de pequeño ya lo escuchaba. Sin embargo, no profundicé en sus discos hasta que compartí unos cuantos shows con J Roddy Waltson y su banda The Business. J Roddy me hizo escuchar tres discos, Nilsson sings Newman, Pandemonium Shadow Show y Pussycats, y directamente aluciné. ¡Que locura! Durante mi divorcio viví completamente inmerso en «The Flying Saucer Song», de Pussycats. El mensaje de la canción es tremendo: seas quien seas, hagas lo que hagas, habrá siempre alguien observándote. Mas vale, así pues, dar lo mejor de uno mismo, porque aquello puede ser importante para tu mujer, para tus hijos, para un amigo o para la gente que sigue tu obra. Me encanta, por otro lado, que la primera vez que alguien oye un disco tenga una cierta sensación de desconcierto, por lo que «The Flying Saucer Song» es insuperable. Si entiendes ésta canción, entenderás el disco.

 

¿Se convirtió Pussycats en tu álbum favorito de Nilsson?

Pussycats [el disco que, en 1974, John Lennon produjo a Nilsson durante su celebérrimo lost weekend en Los Angeles, NdA] tiene su propio rollo, su propio sabor, aunque tengo que confesar que, cuando me pongo con Harry, acabo a menudo escuchando Nilsson Schmilsson (1971), un manual perfecto de lo que significa escribir una canción. Sin embargo no te sabría decir cual es mi favorito, hay muchas cosas de Nilsson que me apelan y con las que me identifico.

 

Ok, cerremos el capítulo Nilsson. Dijiste, cuando publicaste Family Man, que aquello era, en realidad, tu primer disco en solitario. ¿The Other Life es el segundo?

Bueno, durante un tiempo intenté hacerlo todo con banda, pero es complicado, de modo que he tenido que aprender a comandar yo solo todo el tinglado. Ahora fijo yo el timing de todo, lo que me da una gran libertad. Antes, por ejemplo, era dificultoso decidir no salir de gira sabiendo que para tus músicos, las giras, significaban una importante fuente de ingresos.

 

¿Sigues, de todos modos, en contacto con Leroy Powell o Ted Russell Kamp?

Sí, claro, somos amigos, y tocamos o grabamos juntos de vez en cuando. Es posible incluso que volvamos a hacer algo en el futuro, porque tengo un gran respeto hacia ellos y su música. Cuando hicimos aquellos tres primeros discos, sin embargo, era muy joven, no sabía tanto lo que quería como ahora, y necesitaba cierta libertad…

 

Hablemos de los invitados en The Other Life. Jim Dandy canta contigo en «15 Million Light Years Away». ¿Eres fan de Black Oak Arkansas?

Un gran fan, ciertamente. Jim vino a uno de mis conciertos, mantuvimos el contacto y nos convertimos en buenos amigos. Jim es un tipo dulce, tradicional y muy sureño. Ama de verdad la música. Me alegro que haya firmado un contrato con Atlantic y vuelva a estar de gira junto a Black Oak.

 

¿Que te une a Scott H. Biram y Patty Griffin, los otros guest stars?

Con Scott nos conocemos desde hace diez años. Primero fuimos amigos y, luego, cuando oí sus canciones, me convertí en súper fan. Es, de lejos, uno de los cantantes actuales que más me gustan y tendrías que ver, cuando está en un estudio, las ganas que tiene de aprender cosas nuevas. Le invité a cantar un tema de Steve Young: «The White Trash Song». A Patty, en cambio, no la conocía, pero me encantó «Rose in Paradise», un dueto que hizo con Kris Kristofferson en un disco de tributo a Waylon. Me hizo muy feliz que quisiera cantar conmigo en el disco.

 

¿Te gusta lo que ha hecho últimamente con Robert Plant, mucho más folkie?

Sí, me identifico con todos aquellos artistas dispuestos a pisar nuevos territorios. Yo, por ejemplo, no puedo estarme demasiado tiempo en un mismo lugar.

 

¿Lo comprenden, tus fans?

Bueno, se trata de ser honesto conmigo mismo. Me eduqué tocando en bandas de rock, y mientras iba creciendo, me fui dando cuenta que el country también formaba parte de mi lenguaje. No vi problemas en situarme en el medio. Mi primer disco se vendió bien, pero nunca he hecho nada motivado por el éxito que pudiera tener. Cuando hice Black Ribbons estaba aterrorizado de lo que la gente pudiera pensar, era consciente que muchos me tomarían por loco, pero ahora pienso: ¡mierda! tendría que haber hecho cosas así desde el primer día. Ahora me siento muy orgulloso, precisamente, de las cosas que hice diferentes de los demás y estoy convencido que Black Ribbons fue un paso imprescindible para poder comprenderme mejor a mi mismo. No quiero decir que no me guste lo que grabé en mis primeros discos, pero cuando oigo «4th of July» [la única canción que Shooter Jennings ha colado en el Top 40 estadounidense, single de Put the O back in Country, cantada junto a George Jones] pienso que, sí, que está bien, que la amo, pero que no es la parte de mi obra con la que me sienta más contento. Me sitúa, por lo tanto, en una posición un tanto conflictiva: nunca me pondré al servicio de aquellos a quienes les gustó «4th of July», porque nunca fue mi intención servirles ni por supuesto me imaginé que la canción sería un éxito. La gente debe saber que soy un enfermo de los ordenadores y de los videojuegos, que me gusta experimentar, que crecí escuchando a Nine Inch Nails y Marilyn Manson y que empecé a tocar la batería y los teclados antes que la guitarra. El country está en mi sangre, pero moverme en una sola dirección sería muy deshonesto por mi parte.

 

DISCOGRAFíA

VUELVE A METER LA O EN EL COUNTRY, MALDITO

Put the O Black in Country (2005)

Tras haber cantado y tocado los teclados en el grupo de rock Stargunn y haberse presentado en dos ocasiones a las audiciones para ser voceras en Velvet Revolver, Shooter Jennings se la juega con el country y el southern rock en su disco de debut. El trabajo, con un cameo de George Jones, presenta una banda de primera (Leroy Powell firma con Shooter la road song «Busted in Baylor County» y, Ted Russell Kamp, la polvorienta «Steady at the Wheel») y consigue su mayor éxito hasta el momento: «4th of July».

 Electric Rodeo (2006)

Bajo el influjo de un espíritu eminentemente setentero, Jennings y sus 357’s vuelven con un disco grabado, en realidad, antes que su predecesor, con invitados de etiqueta -Bonnie Bramlett y Tony Joe White- y algunas de las mejores canciones que el vástago de Waylon haya escrito hasta el momento: «Gone to Carolina» o «Hair of the dog».

 Live at Irving Plaza 4.18.06

Un directo que evidencia que, en cuestión de rock clásico americano, los 357’s tenían en aquel entonces poco contrincantes. Little Steven presenta al grupo en el primer corte y, a continuación, la banda sale a por todas.

The Wolf (2007)

Aunque apreciado por muchos de sus fans, The Wolf no tiene un relato especialmente transparente. Shooter, o su entorno, quizá imaginaron que mediante una desconcertante versión de Dire Straits y piezas vaqueras junto a Doug «The Ragin’ Cajun» Kershaw y The Oak Ridge Boys rebentarían las listas, pero no lo hicieron. Rompió con su banda y también con su discográfica.

 Bad Magik: The Best of Shooter Jennings and the .357’s (2007)

Apresurado a finiquitar su relación con Universal South, Jennings júnior hace balance con un recopilatorio que incluye cuatro cortes nuevos y versiones de Waylon («Lonesome, Onry’ and Mean») y Hank Williams Jr («Living Proof»).

 Black Ribbons (2010)

Con nueva banda, Hierophant, y le necesidad de cortar en seco con aquello de «ser hijo de», Jennings pone en serio riesgo su carrera con un disco conceptual, psicodélico, algo industrial y con el escritor Stephen King participando en los interludios. Un rotundo «fuck you» en su carrera. Sus fans más roots flipan, pero el tipo consigue cierto beneplácito en ámbitos ajenos underground.  Que cada uno lo oiga y extraiga sus propias conclusiones. Valentía, en cualquier caso, no le faltó.

 Family Man (2012)

Shooter se instala en Nueva York y se hace acompañar por Erik Deutsch, amigo de infancia, en el piano; Tony Leone en la batería; Jeff Hill en el bajo: Jon Graboff en el pedal steel; Eleanor Whitmore en el violín y Chris Masterson en la guitarra, para un inevitable y disfrutable reencuentro con el country en el que participa Tom Morello de Rage Against The Machine. El disco que el actual Kid Rock soñaría en hacer.

The Other Life (2013)

Grabado, en buena medida, durante las sesiones de su álbum predecesor, The Other Life se publicita como la cara oscura de Family Man, aunque las diferencias entre ambos no son en realidad exageradas. Shooter amplía la nómina de celebridades que participan en sus discos con Patty Griffin, Scott H Biram y Jim Dandy.

 The Other Live (2013)

Nuevo disco en directo, editado el pasado noviembre por su recientemente inaugurado sello: Black Country Rock. La discográfica, que se rige por la voluntad de «no discriminar» formatos (cassettes, VHS y vinilos coloreados inclusive), lanza al mismo día el primer disco en directo de Jessi Colter (grabado un par de meses antes), una reedición de un álbum de Waylon Jennings de 1996 (Right for the time) y un single compartido entre Shooter, el ex-Marilyn Manson Twiggy Ramirez y el cantante de country Jamey Johnson.

 

Texto: Guillem Vidal

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