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Quique González. Sala But, Madrid

Alvarez Cienfuegos

La ciudad de Madrid y Quique González son dos nombres propios que irán unidos para siempre. Es un gusto haber sido testigo de cómo este pedazo de artista ha crecido sin parar desde aquel lejano 1998 en que publicó «Personal», tocando en garitos pequeños, pero historiados, de la capital. Su estallido de masas (si es que se puede llamar así) se ha producido a partir de Ajuste de Cuentas, éste ha sido su punto de inflexión, su tan merecida consagración como uno de los mejores hacedores de canciones en castellano, y no podemos dejar de decir que es más que merecido. Atrás quedan esos días de penurias en el piso de la calle del Salitre, en pleno Lavapiés, lamentando robos de guitarras que inspiraron algunos de los tema más importantes del rock patrio («Ayer quemé mi casa»). Me sorprende gratamente que un tio que, en lo profesional, ha sido siempre muy honesto con sus principios y ha hecho lo que en todo momento ha creído que debía hacer se haya consagrado de una manera definitiva y sea, además, respetado (cuanto menos, sino venerado) por todos los puristas de este género que llamamos rock and roll. Esto hace que algunos todavía creamos en la importancia del trabajo bien hecho y que, a la larga, siempre se acaban recogiendo los frutos de una buena siembra.

Pero, si bien mi alegría ha sido máxima al ver cómo, tras tantas noches solo con su acústica y tocando para veinte personas, ahora es capaz de llenar salas míticas (y grandecitas) en un mismo año, cuatro días emparejados, no es menos cierta mi sorpresa de que este fenómeno se haya producido con los discos que me parecen menos inspirados. No me atrevo a clasificarlos como peores, ni muchos menos, ya que su calidad compositiva y musical es muy buena y se encuentran, sin duda ninguna, muy por encima de la media de las composiciones de sus colegas. Pero mentiría si afirmase que «Avería y Redención #7», «Daiquiri Blues» y «Delantera Mítica» llegan a la altura de «Personal», «Salitre», «Pájaros», «Kamikazes» y «La Noche Americana».

Por supuesto que hay temazos bestiales en sus últimos tres álbumes (Backliners, Lady drama, Día Libre, Cuando estés en vena, Dallas-Memphis…), pero siendo sincero conmigo mismo tengo que gritar que el periodo que abarca los primeros cinco discos de Mr. González constituye un tiempo de inspiración compositiva como muy pocos se han dado en la historia de la música en castellano, comparable con el final de los 90 «calamariano» y además, mucho más largo. De ahí que Quique sea un artista de culto al que respetaré siempre, haga lo que haga.

Pues bien, con esas credenciales se subió el sábado (y el día anterior también) previo a Navidad a las tablas de la Sala But. No se salió del
repertorio que viene marcando el esqueleto de la gira actual, que comenzó el pasado mes de marzo en tierras celtas. El reencuentro con Edu Ortega (espero, compañero, que hayas encontrado la mandolina que te dejaste en el taxi esa misma noche) sube el listón de la banda de forma considerable. Es un gusto (volver a) escucharle a la guitarra, al violín y a la mandolina. Es un tipo con clase y actitud que se entiende a la perfección con Quique y eso se nota. El resto de la banda está al nivel y han comprendido los códigos de Quique, no siempre fáciles. Vibré especialmente cuando todos abandonaron el escenario y se quedó Quique solo con su acústica y su armónica e interpretó «Polvo en el aire». No tengo ni puta idea en realidad, pero siempre me ha dado la sensación de que este es uno de sus temas favoritos y que lo vive muy intensamente. Sonaron las imprescindibles «Miss Camiseta Mojada» y «Salitre». Todos bailamos con «Suave es la Noche» y con «Palomas en la Quinta». Y muchas más. Alrededor de treinta temas, que no creo que sea necesario repasar. Si quieren saber más y son de esos incautos que se creen que saben todo sobre música popular y no han ido todavía a un concierto de Quique González, busquen la próxima fecha y corran a donde sea. Les prometo que no se arrepentirán.

Texto: Pepe Maza

Foto: Jorge Cienfuegos Alvarez

One Comment

  1. Estuve allí y me encantó! Sin embargo, no puedo dejar de coincidir contigo en que los últimos trabajos de Quique están lejos de lo que fueron los primeros. Lo que en su momento me enganchó de su música fue esa capacidad para abordar temas y situaciones de lo más cotidianas (e incluso manidas) y crear con su voz y sus letras canciones súper personales («Día de feria», «Bajo la lluvia», «Piedras y flores», etc.). Para mí, esa «frescura» de sus comienzos ha quedado diluida en sus últimos discos. Enhorabuena por el artículo, más allá de la crónica del concierto has dado una visión fiel y honesta de su trayectoria y de su momento musical actual.

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