La cosa es sencilla. El guitarrista de Maryland Bill Frisell se marcha al lugar que dio título a una de las novelas más conocidas de Jack Kerouac, en concreto a El Paraíso, que no es más que el nombre que dan algunos folkies a los 900 acres del rancho de Glen Deven. Allí, sin contacto con el resto del mundo encara la confección de su nuevo disco para regresar con 19 canciones que, como es habitual transitan entre el folk progresivo, la música clásica, el jazz y el country con una naturalidad pasmosa y una libertad aún más evidente de lo que suele ser habitual. Algunos de sus títulos no dejan lugar a dudas: «Hawks» (Águilas), «Walking Stick» (Bastón para caminar) o «A Beautiful View» (Una vista preciosa). Además se atreve a crear una canción tan expresivamente bella y fugaz como «We All Love Neil Young». “Recuerdo una fortísima tormenta que duró dos días seguidos, en los que me quedé recluido en mi cabaña sin electricidad, sólo escuchando los truenos, el crepitar de los árboles y los ruidos de los animales. Así me puse a crear”, dice. Exquisito, la verdad.
Eduardo Izquierdo