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Lou Topet. Bella americana a la vasca

Lou Topet 3

Como Lou Topet tienen un pie en “Ohio” y otro en Euskadi, suelen acabar sus conciertos con una versión animada del clásico de Damien Jurado. Últimamente también han incluido una formidable lectura en euskera del “You and I” de Wilco rematada virtuosamente con “Via Chicago”. En el club del Teatro Victoria Eugenia de San Sebastián se marcharon a lo grande tras haber rendido tributo a sus ídolos y después de imprimir durante algo más de una hora su precioso sello personal, a caballo entre el País Vasco y Estados Unidos. En su primer año de vida, el cuarteto de Zarautz ha desarrollado una carrera cocinada a fuego lento que se nutre de insólitos ingredientes. Mikel Laboa y otros cantautores vascos nunca escondieron su simpatía por la música folk norteamericana, pero quizás nunca antes se habían fundido de una manera tan clara -y con tanto criterio y buen gusto- el tradicional cancionero vasco con el estadounidense. Cantan principalmente en euskera, aunque el latido pausado y emotivo de sus composiciones remite al típico perfil de songwriter made in USA.

De la suma de ambas identidades nace su primer trabajo, Esnatu Dira, un EP de seis canciones que presentaron el sábado en una pequeña sala subterránea a la que se accede por un lateral del majestuoso teatro. Dotado de una excelente acústica, el ambiente acogedor y familiar -“como en casa”, que dijo su cantante Oier Aranzabal- se completó con una serie de lámparas de luz tenue repartidas en el escenario. Hubo algún momento en el que les fallaron los típicos nervios del estreno -mandaron repetir “Esan Ez Etortzeko- pero la bella atmósfera que suelen crear con su música no corrió peligro.

Cuidan al máximo los detalles. Con el escenario a su gusto, deciden abrir la velada con un tema instrumental (“Flow”) para entrar en calor, pasar a continuación al inglés y ya en la cuarta canción, “Irauli”, suben el volumen musical y combativo de la noche. En sus letras, escritas junto al poeta Jon Benito, también convive cierta dualidad reivindicativa y lírica.

Quizás, es en esos pequeños detalles donde reside su grandeza. No se limitan a reproducir los temas del disco, sino que las van enlazando unas con otras, se van acariciando entre sí. Cuentan además con un excelente guitarrista curtido en jazz y un líder en la sombra, Ander Zulaika, el batería y corista que pasa inadvertido, y que se lució en una impresionante explosión final.

Texto y fotos:  Jon Pagola

 

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