Su álbum de debut no me causo una gran impresión. Enormemente mimético en su origen y demasiado ortodoxo en la ejecución, sin olvidar lo más negativo, que sus canciones no enganchaban, no te dejaban con ganas de ponerlas una vez más. De ahí mis pocas esperanzas al romper el precinto de su nuevo trabajo. Que hubieran logrado cierta notoriedad en su tierra natal, Inglaterra, no despejaba ese mar de dudas. Pues bien no queda más remedio que dejar constancia de la enorme progresión que ha experimentado el combo. Puede que la veteranía de un productor de renombre como Andy Macpherson (Who, Eric Clapton, Buzzcocks…) haya servido de ayuda pero el disco se abre con tres perfectas candidatas a hacer las delicias de los seguidores del hard rock clásico. «Silver City», «Radio» y el tema título aúnan comercialidad, potencia y melodía en las dosis justas. Aquellas que engrandecieron un estilo que muchos músicos británicos hicieron prosperar y ganar enorme popularidad en todo el mundo en los años setenta. Tras esos pelotazos de inicio el disco mantiene el tipo con regularidad, temas cortos, directos, con pegada, destacando el excelente tono vocal a cargo de Wane Perry y la buena labor a las seis cuerdas de Paul Hurst. En otoño estarán de gira por los clubes patrios, una excelente ocasión de comprobar si son capaces de reproducir en vivo la agradable sensación que se desprende de la escucha de la galleta. Solo un pero, personalmente me hubiera gustado que sonaran un pelín más sucios, con algo más de mala leche, pero eso son gustos muy particulares. Y que hubieran elegido otro diseño de portada.
Manel Celeiro
