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The Midnight Travellers ¡adiós amigos!

MTAdiós. Pocas veces una palabra define mejor lo que se vivió la noche del pasado sábado en la sala Sidecar de Barcelona. The Midnight Travellers se despedían tras años y años de apostar por una carrera musical que no ha sido justa con sus esfuerzos. Lo triste es que son uno más. Un grupo más de una larga lista que recientemente han engrosado gente como Sol Lagarto o Hoey & The Mussels. Les contaré algo. Hubo un tiempo en que creíamos que se estaba labrando una escena rock en Barcelona y que ésta se hermanaba con bandas que tejían una red nacional que se extendía poco a poco por toda la geografía hispana. Eran tiempos de los citados pero también de Sugar Mountain, The Freewheelin’Tornados, CosmopolitANTS, Amigos Imaginarios (con un Santi Campos que acaba de anunciar su retiro de la música), Driver 8, Nominees, Maggot Brain (aunque ellos siguen intentándolo en la autoedición), etc, etc. Pero el tiempo ha demostrado que fue una ilusión. Una esperanza que algunos nos montamos, porque aquellas bandas o no supieron o no quisieron permanecer. Una escena inventada por nuestras mentes dominadas más por el corazón que por la reflexión. Y la despedida de los Midnight Travellers es, probablemente, el último retazo de lo que creímos equivocadamente que fue. Aquello, mal que nos pese, no existió. O existió solo para unos cuantos. Esos que nos repetíamos concierto tras concierto. Caras reconocibles a base de coincidencias permanentes. Hoy, otros ocupan su lugar y no queda sino desearles mejor suerte. Ahora las bandas nacionales que creen estar creando una escena (espero que con más éxito que las nombradas) ya se miran poco en el espejo de Neil Young, de Dylan, de los Stones, del rock americano de los ochenta…Han evolucionado y nosotros no. Sus referentes son bandas como Wilco o Low y, de forma más cercana, Standstill o Egon Soda. Y no me malinterpreten. No seré yo el que diga que son malas referencias pero pecamos, como siempre, de imitacionismo, de clonación ¿Quién iba a decirme a mi que veinte años después lo que se iba a llevar era ser Indie (término que utilizo sin ningún tipo de desprecio, ojo)? Ahora para tener un grupo de rock (si lo es o no ya lo discutimos otro día) hay que llevar barba, pantalones de pitillo, camisa por dentro del pantalón con un cinturón bien ajustado y calzar New Balance, Munich o zapatos relucientes de puntera (contra más mejor). Se admite el botín, sí. Y las gafas ya no son un impedimento. Al contrario, dan un plus. Si encima la naturaleza te ha dado un cuerpo delgadito y por encima del metro ochenta, lo tienes. No hay más que mirar, y vuelvo que me he despistado, a los propios Midnight Travellers. Ellos, que siempre habían sido los raros de la clase.

 

Y dejen que les cuente algo más aún. Yo quise ser cantante de los Midnight Travellers. Juro que es así ¿Saben por qué no me presenté a la prueba? Porque en el mensaje colgado en su página web se exigía llevar melena y vestir como los viejos rockeros. Servidor, calvete y discreto al vestir se vio autodescartado al instante. El sábado no vi nada de eso en el escenario. Ya no. Es más, pude oír comentarios hacia mi camiseta de ZZ Top como “los grupos de sureños barbudos cada día me sacan más de quicio”. Es lo que hay. Los tiempos han cambiado y seguirán haciéndolo, no lo duden. Lo dijo Dylandamus. Probablemente los Midnight Travellers se han mirado al espejo y han pensado ¿qué coño hacemos aquí? Y ese es un buen momento para dejarlo. Sí señor. Aunque su último disco, Fire, Almighty! acabe de salir al mercado. Cuando crees que ya no tienes nada que decir, lo mejor es que te calles. Y ellos lo hicieron el sábado. De forma caótica, como buena parte de su carrera. Demostrando sus fortalezas y sus flaquezas. Tan compactos a ratos como histriónicamente deslavazados a otros. Eso sí, con ínfulas de banda grande. Con la curiosidad de que, por primera vez en su carrera probablemente, había una cola considerable para verlos en la puerta del legendario Sidecar. Con la mala suerte habitual de haber tenido que suspender sus ensayos de la semana anterior al quedar precintado su local de ensayo por la policía. Y con la sensación de que han acertado. Esta vez sí. Decisión correcta. Por eso les recordaremos por sus buenos discos y por sus grandes canciones. Por la voz de Omar, por la eterna sonrisa de Pau, por la forma de resoplar de Mateo y por la guitarra de Joe. Joe Traveller, señores. El gusto y la virtuosidad de la mano. Un privilegiado. El alma máter de la banda y, probablemente, el que tomó la decisión. Los midnites se van. Ya se han ido ¡qué leches!. Y probablemente lo hacen con la sensación de que, dentro de unos meses pocos les recordarán. Back Door Man, darling. No me cuenten entre ellos. Yo, sin que sea un ejercicio de nostalgia, seguiré pinchando sus discos y pensando que lo tuvieron, hubo un momento en que lo tuvieron. Aunque probablemente sea muy difícil hacer frente a haber nacido en el país equivocado y, sobre todo, al síndrome Frank Spencer, o sea, haber nacido estrellado. Larga vida a los Midnight Travellers. Les echaré  de menos.

 

Texto: Eduardo Izquierdo

Foto: José Luis Martín

One Comment

  1. Eduardo, antes de nada me gustaría decirte no creo que ser calvete y llevar camisetas de ZZ Top sean un impedimento para rocanrolear a fondo.
    Aún así, para ser periodista, aunque sea musical, sí que hay que ir con cuidado con algunas faltillas de ortografía. Me refiero al «contra más mejor», expresión incorrecta y desgraciadamente muy extendida: «Ahora para tener un grupo de rock (si lo es o no ya lo discutimos otro día) hay que llevar barba, pantalones de pitillo, camisa por dentro del pantalón con un cinturón bien ajustado y calzar New Balance, Munich o zapatos relucientes de puntera (contra más mejor).»

    Pecata minuta cuando se tiene un oído tan fino como el tuyo, y disculpa sobre todo la insolencia, no es esa mi intención.
    Una pena la disolución de los Midnight, los sigo desde que empezaron en Mallorca.

    Lourdes, una fiel lectora

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