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Nacho Vegas (6/04/2013) ‘La vida es dulce’ Mike Leigh-Barts- 24 Guitar Festival BCN

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Demasiado acostumbrados estamos a las historias con final feliz en nuestro cine. Pero resulta que la vida hoy tiene sus propias reglas de juego, pero también en la sociedad postindustrial británica que relata el cineasta inglés al que se le rendía tributo esa noche, Mike Leigh. Y es que en sus películas la existencia es de todo menos dulce: es la vida sin anestesia. Sus personajes puede que apuesten, pero lo normal es que pierdan, y el final feliz se antoja poco probable. Hablamos de uno de los pocos cineastas que ha dado voz a los desarraigados, a los perdedores en un mundo cada vez más bipolarizado y donde precisamente las reglas del juego son esas: o lo eres todo o te quedas en la cuneta. ‘Todo o nada’, como apunta la canción clave de la noche. Situada la pantalla en el centro del escenario -el cine de Leigh como protagonista absoluto- con los músicos en media luna e iluminación sombría, el espectáculo se abrió con imágenes de Naked y composición inédita de Vegas. Se trata de una de las mejores películas de Leigh, con ese ángel caído llamado Archie al que sólo podemos tenerle compasión, por sus tics nerviosos y por sus gritos a Maggie. En el escenario, de izquierda a derecha, se situaron Abraham Boba (teclados, clarinete), Luis Rodríguez (bajo) y Manu Molina (batería). A su lado, mención especial a Joseba Irazoki, por recién llegado, aunque no necesite presentación: un genio donostiarra que aporta su toque anárquico a todo lo que le echen, léase bajo, voz, guitarra o pedal steel. Completaban la noche María García Palacios (violoncelo, hoy necesario) y el propio Vegas (voz, guitarra). Los seis desgranaron sobriamente seis composiciones inéditas del de Xixón, intercaladas temáticamente con las secuencias de la filmografía de Leigh. Letras, música e imágenes en comunión. Un acierto, pues hablamos de canciones sobrias y desnudas, como lo precisan sus películas: ‘Los sabios idiotas’ (“Una nube en torno a ti pero esa carina tan llena de paz”, dice), Secretos y mentiras, Todo o nada, Ciudad vampira (esa oda a las ciudades grises que recuerda a Leigh y a su vez a la España obrera) o Indefenso. Ello, sin olvidarnos de, ‘Échame a mí la culpa’, que no pertenece a Nacho sino a J.A Espinoza ‘Ferrusquilla”. Un espectáculo de riesgo y complejo, pues no es un concierto al uso que pueda salir rodado, a sabiendas que la sincronización de las secuencias y la música debe funcionar de forma precisa. Pero afortunadamente en Barcelona así fue. Y, para los que echaban de menos un repertorio convencional, se ofrecieron unos bises que no desentonaban con el sentir de la noche: ‘Si no fuera porque’ (versión reciente de Vegas de una de las canciones más crudas de Cecilia, aunque esperanzadora dentro de su desgarro), ’Cosas que no hay que contar’, ‘La gran broma final’, ‘La plaza de la soledá’ y la más acorde a nuestros tiempos de lucha: ‘Cómo hacer crack’. En síntesis, como dice su canción: “Entre todo o nada no elegimos nada y ahora la apatía ha ganado sobre la batalla.” Eso sí, mientras existan músicos y cineastas capaces de alzar la voz, seguir poniendo el dedo en la llaga (una llaga que palpita  con el RIP de la Thatcher) y canalizar ese malestar a través de la ironía y la emoción, no todo estará perdido. “Y sin embargo, se mueve”, ya lo decía Galileo…

 

 

ALICIA RODRÍGUEZ

 

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