Tres bises solicitados entre ovaciones y sonrisas de felicidad pintadas en las caras del público ponían punto final al nuevo paso de los cántabros por el Rocksound. Durante las dos horas anteriores hicieron gala de su habitual perfección en la ejecución recurriendo a un repertorio de los más equilibrados que han presentado nunca entre sus canciones clásicas, tocaron varias de sus dos primeros discos, y las contenidas en sus últimas grabaciones. Forjando un concierto firme y sólido que transmite la sensación de que están mejor que nunca. Se palpa en la sintonía que comunican, en el cruce de miradas cómplices, en las risas. En la camaradería nacida de los años de carretera y furgoneta. Y el público lo percibe y se mete a fondo en el concierto, coreando estribillos o asistiendo a esas jams, fantástica la que cierra «Discoteque Breakdown» entre efluvios sureños, que evidencian que el depósito tiene gasolina para tiempo. Ya nadie pide «Soy Un Hombre Enfermo» a gritos desde el inicio del concierto, sus seguidores han comprendido la evolución de la banda y la han hecho suya dada la aprobación que desatan canciones de su pasado reciente como «Gasoil y Chocolatinas», «Saluda al Rey», «Muy Bien» o «El Blues de M» aunque la euforia se contagie entre las apretadas paredes del local y suba como la espuma gracias al riff de boogie tejano de «No Señor» o la anfetamínica lectura del «Hard Luck Blues» de los Leroi Bros que sobrevive lozana en su listado de temas en vivo. Y la historia se repitió al día siguiente en el Café del Teatre de Lleida, tras tres bises reclamados a voz en grito y con las sonrisas de felicidad pintadas en las caras del público…
Manel Celeiro
