Encuentros

Rafael Berrio, Seguro que algo hay más allá de las minucias

Berrio

Berrio es ejemplo perfecto de artista de larga trayectoria del que siempre y legítimamente cabe esperar grandes cosas. Diarios (Warner, 2013) ha convencido sin apenas reservas a sus fieles, tanto veteranos como los captados mediante su adictivo 1971 (Warner, 2010). Entenderíamos no compartir su propuesta, pero mucho menos no tratar de probarla.

Anda Rafael Berrio más prolífico que lo habitual, para deleite y sorpresa de quienes rondamos sus cosas. Tras presentar en directo Phantasma, espectáculo de vida efímera compartido con Maite Mursego y que integraba música, poesía y arte visual, publica un libro con las letras de sus últimos proyectos y se ve inmerso en toda la actividad promocional que genera la edición de Diarios, otro disco excelente al que sólo cabe oponer, entiendo, la pérdida del factor sorpresa con respecto al anterior. Muy poca cosa, en cualquier caso, ante un trabajo que de nuevo golpea duro pero sabe a la vez despertar ese rictus de sonrisa que define tan bien el mundo de Berrio.

La cita tiene lugar en una cafetería del barrio donostiarra de Gros. Sus canciones, por transmitir así una buena dosis adicional de imágenes, ganan mucho enmarcadas en el contexto de su ciudad. Personalmente, nunca entendí mejor a Berrio que cuando tras llevar unos años en San Sebastián he aprehendido la parte de su jovial decadencia.

 Marcas mucha distancia con el rock, he llegado a leer esta frase tuya: “Nada me gustaría menos que mis canciones sonarán rock”. Sin embargo, llevas prometiendo hace tiempo hacer un disco rock, y es evidente que tus orígenes están ahí. No sé cómo casa esto, o si es que se trata de una broma.

 (Risas) Buena pregunta… A ver si primero me aclaro yo… Vengo del rock, efectivamente, y mi formación es esa. En mi casa, con mi hermano mayor, se escuchaba –siempre digo lo mismo- Velvet Underground, Lou Reed, Bowie, incluso Dylan. Igual con los años, aprendiendo a hacer canciones, me empezaba a resultar un poco manida la secuencia de acordes del rock, esos tonos mayores… Buscando sonoridades que me gustaban más te encuentras con la canción tradicional, más italiana, francesa… Tonos menores, séptimas…

Me sale de manera bastante natural una canción de rock, una canción simple, letras y tres acordes, como decía Lou Reed. Pero por alguna razón en los últimos cinco años no me ha apetecido hacer ese tipo de canciones y me atrae más hacer este otro estilo, que tiene más que ver con el primer Leonard Cohen, por ejemplo, composiciones que están un poco en la frontera entre lo que es rock y lo que no lo es. Me gustan mucho los vals, la sonoridad del cabaret, la chanson, Jaques Brel, Aznavour… Cosas que también escuchábamos en casa. Creo que hay dos tipos de cantautores, los que han mamado el rock y los que no. Gente que igual tiran más a Silvio Rodríguez, la canción brasileña… y los que, como yo, para bien y para mal, tenemos un bagaje rock. Es cierto que llevo tiempo amenazando con un disco de rock, creo que puedo hacerlo y que no sería una impostura, como tampoco lo es lo que hago ahora… Pero son simplemente etapas musicales. Todo el mundo las tiene. El otro día un periodista de El País escribió que mezclaba chanson y punk, y me gustó la definición, puesto que sí hay punk en estas canciones, no en la forma pero sí en las letras. Punk psicológico.

Diarios se presenta como un disco continuista respecto a 1971, aunque yo lo veo un trabajo de instrumentación más sobria, más recogida

No lo sé… Me gusta que me digas eso porque evitamos quedarnos en lo superficial, eso de que es un disco continuista y que se ve hasta en la portada. Es continuista porque Joserra Senperena lo ha vuelto a producir y a trabajar con la orquesta. Es verdad que en éste no hay guitarra, en el anterior contamos con el bajo de Jacob Reguillón y aquí los bajos tienen menor protagonismo… Pero sí, yo diría que es continuista. Las canciones son posteriores, claro, pero creo que Joserra me ha pillado más el rollo en este disco. El ajuste entre nosotros ya lo tuvimos en 1971 con lo que ahora ese encaje ha sido mucho más fluido.

Aparte de las ganas que podías tener de trabajar otra vez con él, lo cierto es que 1971 ha sido el disco tuyo que ha tenido más repercusión y exposición. ¿Hasta qué punto esto te ha animado a hacer otro disco en esa línea?

Hay algo de eso. 1971 resultó un disco con el que hubo más gente que prestó atención. Bastante más que con los anteriores. Abrió camino en Madrid, Barcelona… Salió un poco del nivel muy local que yo he tenido siempre. No creo que haya sido la razón fundamental para hacer otro disco en ese estilo, pero ves que la edad se te va echando encima… Pesa como una losa. Hacer un disco, en mi caso, suele ser un proceso largo, igual de cuatro o cinco años, y siento como que el tiempo apremia un poco. Pensé: “Estamos en racha Senperena y yo, voy a ponerme a trabajar”. Siempre me da mucha pereza, no me duelen prendas en decirlo, prefiero irme a tomar unos vinos que irme al local a trabajar y escribir, pero este disco lo compuse en un tiempo record. Ha salido ahora pero está grabado en junio, y por lo tanto acabado en mayo del año pasado, lo hice entre navidades de 2012 y el mes de mayo. Quizá saber que tienes más expectativas a la hora de publicarlo, que 1971 abrió un poco más camino, quieras que no anima. Yo no comprendo ni cómo he podido sacar discos –bueno, como lo hemos hecho todos…- para cuatro amigos, realmente para un círculo de amigos y para cuatro locos desperdigados por España. Esas expectativas y el tiempo, que pasa tan rápido, son la explicación.

¿Cómo le das las canciones a Senperena?

Primero escribo las letras, siempre. Todo el tiempo ando escribiendo letras, bocetos… Cuando ya las tengo casi acabadas empiezo a trabajar las músicas. Con 1971 adopté un método que nunca había seguido antes: Con una mini-grabadora de cuatro pistas analógica voy grabando las canciones. Grabar para otra persona, para un productor, no lo había hecho nunca, y supone un trabajo muy importante de ordenamiento de ideas, de cómo quieres empezar, acabar… A mí antes me costaba mucho hacer discos porque sabía que las canciones estaban ahí pero no las terminaba de cerrar nunca. Ahora las grabo con mi voz guitarra y una claqueta y se las paso a Senperena, que empieza a trabajar sobre eso. Con 1971 nos costó encajar, como te decía antes, los arreglos iban vía email en distintas versiones, a veces hasta siete diferentes, hasta que lo encontrábamos. Siempre consensuadamente. Aunque también te digo que yo, como creo que nos pasa a todos, sé más lo que no quiero que lo que quiero.

Lo que te gusta está por descubrir…

Eso es. Entonces, a base de intercambio de emails de audio vamos construyendo, pero la canción está fijada desde el principio.

Leí otra frase tuya que me hizo gracia: “Al tener el disco en la mano, no he sentido nada” No sé si al menos disfrutaste en su gestación…

(Risas) Eso fue un poco una boutade de twitter, para salirme de las típicas cosas de los artistas, eso de “mi disco”, por fin ha salido la criatura, el parto ha sido largo pero ha merecido la pena, es mi mejor disco… No sé, yo me río de eso. Cuando te llega, realmente lo has visto mil veces antes en el estudio del diseñador gráfico, el audio te lo sabes de memoria y más bien lo aborreces… Bien, sí, ha llegado el disco, pero bueno, fue una frase más o menos ingeniosa para quitarle trascendencia.

¿Qué percepción crees que tiene la gente –prensa, público- acerca de tus canciones?

Hay de todo. Público y prensa, lo mismo. Vivimos en un mundo –y lo comprendo porque me pasa a mí también- que es un torbellino, no nos da tiempo a casi nada. Todo transcurre on-line, hay que escuchar rápido y casi pensando en lo siguiente, en plan cascada. El mismo Spotify parece una plataforma de anti-escucha. Es casi imposible escuchar con calma. Respecto a lo que me preguntas. Hay gente que se queda en una superficialidad alucinante, será porque no hay tiempo, quizá también por la presión que existe ahora mismo en la prensa, obligada a trabajar de otra forma… Pero no me quiero fijar en eso sino en la satisfacción de un público y de una prensa, que sé que la tengo, que es muy minoritaria pero muy entendida. Muy connaisseur, muy selecta, leída, que pilla perfectamente por dónde voy y está muy bien encaminada. No quiero vanagloriarme, pero hablo de gente con nombre, apellidos y peso musical, con firma. Y en cuanto al público, creo que es minoritario, cierto, pero a la vez es exquisito. Y estoy encantado con eso.

Cambiando de tema. Tú conoces bien la ciudad de Donosti, sus escenas y sus noches. ¿Cómo la ves?

En lo musical no estoy muy atento, la verdad. Ya no tengo edad y seguro que se me pasan muchas cosas. Pero tampoco soy un hombre que se haya recluido en casa. Ha cambiado mucho desde, digamos, nuestra época, pero me jacto de tener amigos, incluso admiradores, entre las nuevas generaciones, que es lo que más gusto me da. Igual que cuando nosotros admirábamos a gente como Poch, por ejemplo, que era mayor que nosotros pero le queríamos y admirábamos muchísimo.

Quizá ahora el salto generacional no sea tan grande, a pesar de las diferencias de edad. Pero bueno, yo voy a los clubs a ver conciertos, es muy fácil encontrarme en el Bukowski, en el Cactus, en Gazteszena… Veo la escena de la ciudad como siempre, pujante, variada, con grandes talentos. PLV Havoc, por ejemplo, que ahora se ha pasado al castellano, es muy interesante lo que hace. Aún es muy joven pero tiene mucho recorrido. The Brandy Hips también… Dices unos nombres y se te olvidan otros. Quizá la gente de mi generación se ha ido quedando atrás, me siento un poco superviviente en ese sentido.

¿Qué te gustaría que pasara con Diarios?

Creo que lo mejor que te puede pasar es ampliar un poco tu público, poder llegar a ese “sueño” de tener cien personas en cada capital de provincia. Ese es el anhelo. Algo que te permita dar continuidad a los conciertos en directo. Envidio a esos artistas que no son masivos, están en el underground pero pueden hacer conciertos con regularidad. Gente como Lapido, por ejemplo, que puede llenar una sala de pequeño o mediano aforo, en Vigo o Santander. Mi ambición sería esa. Ahora mismo no lo puedo hacer. Sí aquí en Donosti, en Bilbao o en Madrid pero no en otro lado. Creo que estoy algo más cerca de eso que antes de 1971, y si éste disco nuevo tiene algo de recorrido como lo tuvo aquel, y se va escuchando poco a poco, seguro que me servirá para dar un pasito más.

Texto: Eduardo Ranedo

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Contacto: jorge@ruta66.es
Suscripciones: suscripciones@ruta66.es
Consulta el apartado tienda

Síguenos en Twitter