Encuentros

Niño y Pistola. Citando a los clásicos

Niño y Pistola

Definitivamente han crecido. Aquellos chavales de Bayona (Pontevedra) que se valían de un par de guitarras acústicas y media batería para engancharnos con sus transparentes melodías de aire sesentero, se han descolgado con un pedazo de disco en el que reverencian a sus maestros sin pudor y con brillantez. Más exuberantes en arreglos e instrumentalmente rotundos que nunca, en There’s A Man With A Gun Over There (Ernie Records), revelador título, prosiguen su viaje musical hacia la California mítica, y enlazan las canciones a modo de suite para contarnos la historia de un hombre que decide liberarse de su jefe a tiros y empezar una nueva vida. Sitúan los hechos en los USA de los años 50, pero de su relación con la actualidad, de los secretos del disco y sus fuentes de inspiración (¡Jethro Tull!), hablamos con Manuel Portolés.

Lo primero es lo primero. Contadnos como resultó Arthur And The Writers y qué fue de vosotros en todo este tiempo.

 

Con Arthur… fue todo muy bien, tan bien que acabamos agotados y tuvimos que cogernos unas vacaciones. Cuando llevábamos un año presentándolo en directo por toda la península decidimos hacer un parón para descansar y oxigenarnos un poco. Pasamos unos meses escuchando mucha música en casa y sin ensayar juntos absolutamente nada, fue una especie de barbecho musical… De esta manera llegamos a la preparación del nuevo disco llenos de energía y con muchas ideas nuevas, y creo que el plan ha funcionado muy bien.

 

Parece que últimamente os da por los discos conceptuales o, al menos, con cierta intención de contar una historia de principio a fin. ¿Es una forma de buscar inspiración? ¿O quizá al revés, llega primero la historia y luego la decisión de escribirla en forma de canciones?

 

En nuestra forma de trabajar, siempre empezamos haciendo la música sin pensar en absoluto en las letras. Cuando empezamos a preparar este disco teníamos unas cuantas canciones, seis o siete; y había una de ellas que era un poco más larga y compleja que las otras: tenía varias partes, más o menos como pasa en el «Suite Judy Blue Eyes» de Crosby Stills & Nash. Estábamos muy contentos con todos los temas nuevos, pero esa canción larga en concreto tenía mucha más fuerza que las demás, así que decidimos quedarnos sólo con esa para desarrollarla más y hacerla más larga, y descartamos las otras. Ahí fue donde surgió la idea de hacer un disco como el Thick As a Brick, todo seguido, sin parar de tocar. Desarrollamos la canción hasta que duraba unos 20 minutos a base de crear contrastes entre las partes del desarrollo. Una vez llegados a esos 20 minutos decidimos que teníamos que hacer otro bloque similar para que el disco tuviese coherencia. Ya teníamos la música de la cara A y de la cara B; entonces fue cuando empezamos con las letras, que de alguna manera surgieron de lo que nos sugería la música: en un momento tranquilo un bosque, en un momento duro un asesinato, en uno más psicodélico un momento reflexivo…

 

Me gustaría que nos contarais algo de vuestra evolución como grupo. Ya apenas queda nada de aquella inocencia del principio, la claridad melódica o la instrumentación mínima, y no es un reproche, por cierto.

 

Siempre hemos pensado que lo mejor del primer disco que hicimos es lo básico que era, y que desde ahí podríamos evolucionar todo lo que quisiéramos, y eso es lo que hemos hecho. En cada disco hemos intentado reinventarnos, hacer algo diferente a lo que ya habíamos hecho desde el punto de partida: cambiamos la instrumentación, la forma de grabar (en directo, por pistas, improvisando, etc.), el estudio donde trabajamos, la profundidad y forma de las canciones, las referencias de sonido… La idea era evolucionar en cada paso y no hacer dos discos iguales. A pesar de todo, cada disco se parece a su predecesor, y si los “pones en fila” existe una coherencia o una continuidad entre ellos; de hecho siempre nos han dicho de todos los discos que suenan a nosotros.

 

El título, aparte de la cita a Buffalo Springfield, ¿tiene algún otro significado? El original estaba inspirado en las revueltas juveniles de Los Angeles, ¿podemos adivinar alguna relación con la actualidad?

 

El título es la guinda del pastel y, para mí, es de alguna manera el que enlaza todos los campos del álbum. Las letras del disco cuentan una historia de un jornalero americano en los años 50 que decide comprar una pistola y matar a su jefe empezando así una pequeña revolución personal. Esta historia pretende ser una parábola con la situación social actual en la que el obsoleto sistema que tenemos necesita ser derribado por una revolución, o mejor dicho, muchas revoluciones individuales que den forma a una grande. Lo de There’s a Man with a Gun Over There encaja a la perfección con la historia narrada. A la vez hay una especie de leitmotiv en el disco, que consiste en algo así como “frases robadas”, consiste en apoderarnos descaradamente de trozos de clásicos del rock y colarlos en nuestras canciones a modo de homenaje o tributo a todas esas bandas que hemos escuchado tantas veces. Así que el hecho de que el título del disco sea también una “frase robada” forma parte de este leitmotiv.

 

En Arthur And The Writers había “citas” a canciones de Neil Young, y ya en vuestro primer disco una canción llena de títulos de The Beatles. Ahora incluso las anunciáis en las notas interiores del disco. ¿Una marca de fábrica de Niño y Pistola?

 

Nosotros, antes que músicos somos melómanos. Nos encanta la música, comprar discos, ir a conciertos, y todas las anécdotas y mitos de la historia del rock; y nos gusta dejarlo siempre muy patente en lo que hacemos. Por ejemplo, el disco anterior Arthur and the Writers no es más que una reinterpretación de lo que hicieron los Beatles en el Sgt. Pepper’s o lo que hizo Bowie en el Ziggy Stardust, que es inventarse una banda de alter-egos. En este disco hay el tema de las frases robadas que comentaba antes… Supongo que haciendo esto nos sentimos parte de la historia, o nos sentimos más cerca de nuestros ídolos, y cada vez que tocamos nuestras canciones es como que estamos guiñando un ojo a todos esos mitos, aunque ellos no nos devuelvan el saludo… Nosotros estamos vendidos ya.

 

Es el disco más complejo del grupo hasta ahora, con más instrumentos y cambios de estilo. ¿Os llevó mucho tiempo de estudio? ¿Estaba todo claro cuando empezasteis a grabar?

 

Al hacer este disco decidimos entrar en el estudio sin cerrar los arreglos; sólo llevábamos cerradas la base rítmica, la acústica y la voz; lo demás queríamos hacerlo en “in situ” de manera un poco espontánea, aunque sí sabíamos qué tipo de sonido necesitábamos en cada momento. Esto ralentizó un poco el proceso: hubo muchos arreglos que desechamos por completo, instrumentos que preparamos y al final no encajaban, e incluso hubo partes del disco que tuvimos que repetir enteras. De todas maneras, lo que más tiempo nos llevó fue la mezcla; de hecho mezclamos dos veces el disco,  porque la primera vez no nos convenció y decidimos volver a empezar de cero esa parte del proceso. Al final quedamos muy contentos con el resultado.

 

¿Cómo fue el trabajo de enlace de las canciones? No me digas que tomasteis como modelo Aqualung o Thick As A Brick de Jethro Tull.

 

Thick as a Brick siempre estuvo presente durante el desarrollo de las canciones y fue un disco que tomamos como referencia para las progresiones. Resultó un poco difícil al principio, porque intentamos enlazar entre sí las canciones independientes que ya teníamos preparadas, pero después nos dimos cuenta de que no tenía sentido y que teníamos que partir de cero. Al partir de cero todo funcionaba por contrastes: cuando llega el final de una parte, la propia música te pide un contraste, para separar un movimiento del anterior. Entonces hay que pararse y analizar un poco lo que tienes y decidir si quieres subir o bajar, endurecer o suavizar, dar con el contraste adecuado. La verdad es que no fue fácil, sobre todo porque en este disco “no vale todo”, de hecho es el disco en el que más material hemos descartado.

 

Supongo que la traslación al directo de There’s A Man With A Gun Over There será más simple. De todas maneras, creo que habéis reforzado el grupo.

 

En el escenario somos cinco músicos: batería, bajo, acústica, eléctrica y teclados, y nos resulta imposible llevar todo el despliegue que hay en el disco. Así que en cuanto a instrumentación sí que simplificamos un poco el sonido; sin embargo en cuanto a intensidades, en directo la música pasa por puntos mucho más altos y mucho más bajos, hay mucha más dinámica. Y por ahora nadie nos ha dicho que el disco es mejor que el directo, es más bien al contrario: la gente nos dice que el disco no hace justicia con el directo que tenemos; y es normal, porque una pista de audio al final “tiene unas dimensiones”, y hay que comprimir todo para que quepa en ese espacio, y la compresión no es más que un sacrificio de sonidos, que en un directo no existe…

 

Por último, ¿creéis que vuestro público se parará a seguir la historia que se cuenta, o simplemente disfrutará con las canciones?

 

La verdad es que no nos importa. La idea es que el disco tenga varias lecturas en cuanto a la profundidad. Habrá gente que se quede en las canciones, habrá gente que llegue a leerse las letras y que vea el disco con más perspectiva, habrá gente que lo entienda, e incluso gente que interprete nuestra condición de melómanos y que coja todos los guiños y juegos que hacemos… Creo que la tendencia ahora mismo es más hacia el orden aleatorio en un reproductor MP3 en el autobús que hacia escuchar un vinilo tranquilamente en casa. Nosotros preferimos lo segundo, y por eso hemos hecho este disco, porque nos gusta la música.

 

Carlos Rego

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