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Salvaje Montoya + The Dark Colours Since 1685

Salvaje 4

Entre las 9.000 personas que abarrotaron Vistalegre para ver el jueves a Mumford & Sons y los 50 que se reunieron al día siguiente en la sala Wurlitzer hay más de un mundo de distancia, toda una galaxia. La presentación del álbum de debut de los barceloneses Salvaje MontoyaBoda Rumana, bien merece una mayor atención por parte de la numerosa afición madrileña al rock and roll. Partiendo de los clásicos del garaje rock de los sesenta -se  nota que son fans confesos de los grandes recopilatorios del género como Nuggets o Back From The Grave- recogen parte de la herencia popular latinoamericana  y logran articular un discurso genuino, insólito y diferente.

Son muy suyos y ahí está su gracia. No es sólo por la cumbia a la que inteligentemente abren paso en “La Huida”, también su mejor sorpresa en directo. Hay que estar hecho de una pasta especial para empezar tu actuación con el extraño y magnético encanto del “Último Adiós”, curiosamente la canción que sirve de cierre de disco, una (no) balada que culmina con un aullido agonizante. Está claro que a Salvaje Montoya le gusta jugar al despiste, salirse de lo establecido y sorprender.

Pasan de la balada en el desierto, a un hit que se mofa de la Barcelona de postal (“Barcelona Adicción”), de ahí a un Frankenstein llamado “Jessinstein” y tras la más convencional «Secreto”, recuperan el acento latino en “Ana”. En apenas media hora son capaces de mostrar varias caras distintas que funcionan razonablemente bien, aunque sus cambios de chaqueta no surtieron efecto. Nada, no hubo manera de espabilar al personal, que se mantuvo estático y extremadamente frío a unos dos metros del escenario.

Incómodos con el juego de luces de la sala -en general incómodos con todo- a Valentino, su líder y cantante, no le faltó mucho para tropezarse y caer el suelo. “Madre mía, esto no avanza”, se les escapó desde el escenario antes de enganchar “No Hay Timón Marinera” con la popular “Bésame mucho” y culminar la velada casi a la desesperada, subiendo a una chica al escenario para bailar (sin gracia) “¡SAL-VA-JE”. La atractiva heterodoxia de Salvaje Montoya deberá esperar a mostrar sus encantos en una próxima ocasión.

Por su parte, ojo a la progresión del trío local The Dark Colours Since 1685, que ejercieron de teloneros. Oscuros, agresivos y contundentes, mezclan estupendamente el garaje con el rock duro de los setenta. La acelerada y brutal adaptación del clásico “You´re Gonna Miss Me” de 13th Floor Elevators fue de traca, estupenda.  

 

Jon Pagola

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