Pese a conocer su existencia y haber catado alguna de sus tonadas nunca concedí demasiado crédito a estos suizos. Su posición de rara avis volando raso entre las corrientes de aire del country bastardo no me pareció más que una anécdota. Con poco más interés que su pertenencia al país de los quesos, el chocolate y los banqueros. Craso error que remedié tras presenciar uno de sus categóricos directos. Allí había más, bastante más que esa pintoresca procedencia. Sobre las tablas demostraron tener muy bien interiorizados los secretos del género y una desenfadada capacidad lúdica que me forzó a adentrarme en su obra. Obra que llega a su punto culminante con este Sons of Ancient Times. Este es el disco. Este debería ser el álbum que les gane definitivamente un lugar en el corazón de los incondicionales del género. Tiene la grabación un tono crepuscular, desde los colores sepia de su carátula y el diseño de la misma, que los viste de bandoleros del lado oscuro transitando por caminos llenos de niebla. Hijos de la antigüedad jugando sus bazas en canciones que nos hacen pensar que quizás las viejas cosechas fueron mejores. Canciones como la épica y melodramática «Man on the Hill», la lóbrega «No Quick Fix» o la evocadora «Wanna Be on the Road Again». Tiempos de hombres de verdad. De hombres sin miedo. Tiempos de manos y madera.
Manel Celeiro