He de reconocer que hasta que no me llegó a casa un sobre promocional con el último disco de Jarrod Dickenson, no había oído nunca su nombre ni sabía de su existencia. A pesar de debutar en 2008 con Ashes On The Ground, contar con un par de discos más en su haber y moverse en los terrenos musicales en los que un servidor suele navegar, la presencia en la escena de la música americana del de Waco era totalmente desconocida para mí.
Craso error afortunadamente solucionado. Porque el tejano bebe de fuentes más que interesantes. Con sus aires a lo Ray Lamontagne más cercano a las raíces (no en vano comparten productor en la figura de Ryan Freeland), Dickenson se impregna del espíritu de Guy Clark y Townes Van Zandt a la hora de componer sus melodías y de los de Fitzgerald o Steinbeck para encarar sus letras, consiguiendo doce canciones de soberbia factura. «Back To Eden», «Ballad Of The Lonesome Traveler» o la bluesy «Little Black Dress» pueden servir de ejemplo, aunque hay 9 más donde escoger.
Eduardo Izquierdo
