Encuentros

ESPACIO EXTERIOR: Joan S. Luna (MondoSonoro)

Siempre hemos sido considerados los raritos de la clase. Encerrados en el sótano con nuestras minoritarias aficiones, nuestros grupos escogidos y nuestra peculiar manera de entender el rock & roll. Pero existen otros enfoques, distintos puntos de vista y otras miradas diferentes. Así que hemos decidido asomar la cabecita a ese espacio exterior y  ver lo que opinan de nosotros, y  de otras cosas, compañeros de los medios especializados. Rompe el fuego Joan S. Luna. Redactor jefe de MondoSonoro.

 

¿Cómo empezaste a ejercer de crítico rock?

Empecé casi por casualidad como extensión de lo mucho que me gustaba editar mis propios cómics (Dios mío, no quiero ni pensar lo torpe que debía ser el dibujo) cuando iba a la escuela. A los catorce años empecé a publicar junto a unos amigos un fanzine dedicado al heavy metal, el sleazy, el thrash metal, etcétera. Editábamos unos cien ejemplares que solían venderse más o menos rápido. Supongo que eso me dio fuerzas para decidirme a escribir. Al cabo de un tiempo el periodista Ramón Porta –a quien sigo muy agradecido por darme la oportunidad- me fichó para escribir en la revista que dirigía por aquellos días. Desde ese momento me vi con el empuje suficiente para atreverme a escribir a otros medios, hacer algo de radio y todo eso. Con el tiempo surgió la oportunidad de pasar a ser jefe de redacción de MondoSonoro y, obviamente, no dejé pasar la ocasión. Y aquí sigo, unos quince años más tarde, escribiendo sobre grupos que me gustan y escuchando todo lo posible.

¿Has hecho de ello tú medio de vida?

Hasta hace exactamente quince años todas mis colaboraciones eran como aficionado a la música y realmente había pocos textos por los que nadie me pagase. Trabajaba en una pequeña agencia de publicidad en la que, como era de esperar, me consideraban el tipo raro que dedica todas sus energías a escuchar música y a ir a conciertos. Cuando les dije que dejaba su “fantástico” mundo para irme a una revista gratuita que ni siquiera conocían no podían creérselo. Como mis padres, empezaron a tomarse esto en serio cuando vieron que, de vez en cuando, me entrevistaban en otros medios o aparecían menciones a nuestra revista en medios generalistas. Eran gente simpática y trabajadora, pero desgraciadamente solamente les interesaban Bruce Springsteen, Level 42 y poco más.

Felicidades. Eres de los pocos afortunados que lo pueden hacer. Si no, olvida las felicitaciones y vamos a otra pregunta. ¿Qué futuro le auguras a la prensa musical en papel? ¿Acabaremos todos en una URL de internet?

Lo cierto es que no lo sé. Soy de aquellos a los que no les gusta hablar del futuro precisamente porque cambia día tras día a base de golpes de timón que nos llevan de un lado a otro. Y yo mismo cambio de personalidad y gustos. Quizás sea porque soy un tipo despistado o porque he alcanzado una madurez en la que muchas tonterías me traen sin cuidado. Todo apunta hacia una dirección hasta que, claro, deja de hacerlo para dar un nuevo quiebro. No sé, cuando me encuentre en pleno fregado ya pensaré sobre mi futuro. Con vivir el presente e intentar disfrutarlo al máximo ya tengo suficiente.

Lo mismo pero referido a la industria. Que el negocio está cambiando es una realidad. Internet, las descargas, el soporte digital… ¿Cuál será en tu opinión el camino a seguir en los próximos años por las discográficas y los artistas?

Sin lugar a dudas, y lo digo con la máxima honestidad posible, hacer lo que les apetezca. Publicar solamente en digital, publicar ediciones limitadas en vinilo, continuar apostando por el compacto, editar una tirada cortísima en casete. La forma de consumir música ha cambiado, eso es indudable, pero el valor que la gente le da a las cosas especiales no. Las cifras habrán cambiado, las posibilidades de ser un artista triunfador quizás también hayan disminuido, pero nos queda la libertad de hacer lo que nos apetezca en ese sentido. Crear música es comunicarse, y no me parece bien decirle a nadie cómo debe hacerlo. Ahora bien, si se trata de alguien que quiere hacer de ello su forma de subsistencia, en ese caso sí le diré cosas tan aburridas como acepta las normas, ajústate a las vías que ahora funcionan, etcétera, etcétera.

En cambio las ventas de vinilo no dejan de aumentar. ¿Nostalgia? ¿Fetichismo? ¿Llevar la contraria?

De alguna forma he contestado a ello un poco más arriba. La verdad, buena parte de los artistas que publican en vinilo ahora mismo son grupos que también tienen su material en digital y nadie les obliga a hacerlo, así que supongo que tomar esa opción es una mezcla de todo ello. Los más pesimistas dicen que, antes de que nos demos cuenta, nada se publicará en físico. Los más optimistas (también los más ilusos), que el vinilo vuelve a vender mucho (cuando las cifras son bastante pequeñas). Los pesimistas optimistas como un servidor opinamos sencillamente que mientras haya discos vamos a comprarlos, mientras se publiquen libros en papel vamos a comprarlos, y que siempre habrá algún freak que decidirá jugarse el dinero en lanzar algo en formato físico. Quizás llegué el día en que nada se edite en formato físico, y quizás también sea algo irremediable, pero, la verdad, nuestras tardes en casa serán bastante más aburridas.

Venga, a bote pronto…Dinos un disco si el que no podrías vivir.

Podría acudir a un gran clásico del rock, y teniendo en cuenta que estoy contestando esto para Ruta 66, quedaría como un señor, pero voy a citar dos discos sin los que no hubiera podido vivir y sobre todo sin los que jamás hubiese sido crítico musical o aficionado a la música en la medida en que lo soy. No espero que os gusten, pero esa es la gracia. Para citar a Dylan y The Beatles ya tendréis a otros. El primero va a ser Dinasty de Kiss. ¿El motivo? Pues sencillamente porque fue el primer álbum que agarré con mis manos y que pagué con mi paga cuando tenía exactamente doce años. Aquel mismo día compré Highway To Hell de AC/DC y Lights In The Night de Flash And The Pan (curioso, porque en Flash And The Pan estaba George Young, ex-Easybeats, hermano de Angus y Malcolm), pero el disco de Kiss era el motivo por el que había ido a la tienda. El segundo disco, que compré apenas unos meses después tras haberlo escuchado en casa de un amigo mayor que yo y sin el que no podría haberme convertido en quien soy, fue The Man Machine de Kraftwerk. Sin él quizás nunca hubiese salido del rock, del hard rock o el heavy metal. Escuchar de joven esas extrañas máquinas fue algo que me dejó totalmente noqueado. Tengo muy claro que descubrir a los alemanes fue fundamental para empezar a abrirme musicalmente. Bien, eso y el que mi padre fuese un tipo que combinaba estilos musicales con una espontaneidad brutal. Gracias a sus extrañas selecciones descubrí desde Gary Glitter a Black Oak Arkansas, desde Fania All Stars hasta The Modern Lovers, desde Osibisa a The O’Jays, desde La Trinca a Isaac Hayes… Compraba discos sencillamente por las portadas, por el precio o porque algo le decía que aquel grupo le gustaría: no conocía a nadie que le recomendase música, así que su compra era bastante impulsiva en ese sentido. Supongo que esa falta de prejuicios tan descomunal ha sido para mí mucho más importante de lo que podía llegar a imaginar cuando esos discos sonaban en casa. Debería agradecérselo. Quizás lo haga hoy mismo.

Y uno que si no existiera la vida sería mucho mejor para todos.

No creo que exista ese disco. Siempre he opinado que muchos discos que he odiado en un momento determinado también han sido fuente de inspiración para otras personas que, a su vez, han hecho música que a mí me ha acabado gustando mucho. Eso sí, creo que lo que sí me gustaría sería que no existiese ese tipo de generalización absurda y tan habitual que desmerece géneros en toda su extensión o esa que atribuye la invención de casi todo a dos o tres artistas. El mundo de la música es tan rico como el de la cultura y sin las maravillosas interrelaciones entre artistas no estaríamos en el lugar que estamos. Se trata de aprender unos de otros, asimilar ideas ajenas y convertirlas en algo distinto… Y obviamente creo que siempre encontraremos algo nuevo (por mucho que buena parte de vuestras editoriales insistan en lo contrario), porque el talento es algo vivo y existe. Si somos incapaces de valorar cada cosa en su contexto y en su momento mejor apaga y fuera. Algunos de mis discos favoritos de todos los tiempos tienen apenas siete años de antigüedad, y se encajonan a codazos entre clásicos atemporales con más de cuarenta años de historia en mis estanterías. Si algún día llego a pensar que todo lo bueno que nos puede dar la música se ha dado ya o que todo se dijo ya hace décadas, ese día no solamente debería dejar de escribir y no culpar a terceros.

El artista más agradable y simpático que te has encontrado.

Muchos, muchísimos. Algunos me han dado algunos de los mejores momentos de mi vida como periodista musical. Recuerdo con especial cariño una entrevista con Ian Mackaye de Fugazi que empezó con una fuerte discusión (se me ocurrió la barbaridad que el disco que acababan de publicar no estaba entre los mejores que habían hecho). A los pocos minutos me estaba diciendo algunas de las cosas más lúcidas e interesantes que me ha dicho un músico en años. Pero en el primer puesto estaría sin duda Robert Smith de The Cure. Antes de que alguien lo presuponga, Smith no es mi artista número uno, pero lo que puedo decir es que me trato de forma encantadora, me invitó a galletas, café y todas esas cosas que suelen hacer los británicos, y me contestó a todo con franqueza, por lo menos con lo que yo interpreté como franqueza. Aún tengo amigos que se ríen de esa entrevista, en la que pregunté cosas no demasiado habituales en las ruedas promocionales, pero yo quedé encantado. Ah, y sí, se presentó maquillado y con el pelo crepado.

El más arisco y difícil.

Por suerte, ninguno de mis artistas favoritos me ha tratado mal, pero sí tengo tres entrevistas en mi carrera que recuerde ahora mismo que fueron un desastre total. Dos fueron a J. Mascis, un tipo al que nunca jamás he intentado entrevistar de nuevo. No se trata de que me tratase mal o que fuese un estúpido, sencillamente que conversar con él es una de las cosas más complicadas que he vivido. Silencios eternos, respuestas de tres palabras y todo eso… La otra fue una entrevista con Matt Sharp en los primeros tiempos de Weezer. El hombre acababa de llegar a la sala después de una empalmada etílica de órdago. La entrevista apenas duró cinco minutos, y –cosa inédita en mí- fui yo el que decidió darla por concluida al ver el estado en el que estaba Sharp y el poco interés que tenía en escuchar mis preguntas.

Hablemos un poco de nosotros…

Hablemos… empieza usted, sin duda…

¿Qué disco debería salir pero crees que nunca saldrá comentado en Ruta 66?

No, yo no creo que haya ningún disco que deba salir y que crea que no va a hacerlo nunca, pero sí que creo –y tengo varios ejemplos (risas)- de discos que aparecen al cabo de bastantes meses en vuestras páginas después de que os deis cuenta de que ese “grupo para modernitos que sacan ‘esas’ revistas” (estoy poniendo esto en vuestra boca, aunque sea pura ficción) realmente vale la pena y no es un capricho nuestro.

¿Qué es lo mejor y lo peor de Ruta 66?

Lo mejor es que muchas veces, sin vosotros, la gente no recordaría que hay más de sesenta años de historia del rock. Nosotros somos una revista de actualidad y no solemos echar la vista muy atrás, pero vuestros artículos sobre los sesenta o los setenta suelen ser fantásticos. Vuestro trabajo en ese sentido es excelente, y realmente estoy convencido de ello. Eso y que tenéis algunas firmas actuales que saben de lo que están hablando. ¿Lo peor? Que aún existan algunos redactores e incluso lectores que estén convencidos de que no existe nada que no les guste que realmente valga la pena. Vamos, que serían capaces de contestar aquello de que “a mí solamente me gusta la buena música”. Ese integrismo malsano no lleva a ningún lugar, y considerar que los grupos que a uno le gustan son los buenos y los que no le gustan son los malos… ¿En serio aún estamos con esas?

 ¿Por qué razón escribirías en Ruta 66?

Para que Alfred Crespo me invite nuevamente a cenar a su casa, que cae cerca de la mía, pero que –sobre todo- tiene un jardín precioso y muy cómodo del que no me movería en meses. Ah, y para que en las listas de mejor disco del año internacional no ganase David Kilgour (risas), aunque esté muy bien, publique en el sello de Mac de Superchunk y fuese miembro de The Clean. O Eddy Current Suppression Ring, claro, que tampoco están nada mal. Eso sí, yo tampoco voté a PJ Harvey (risas).

 ¿Por qué razón no lo harías?

Si me obligaseis a decir cosas como que ya no se hacen buenos discos, que el rock ha muerto y que a la gente joven ya no le gusta realmente la música. Eso es precisamente lo que alguna gente mayor me decía a mí en los ochenta cuando tenía quince años y cuando se publicaban discos excelentes constantemente.

 Define en pocas palabras a Ruta 66

Como diría Bartleby el escribiente, ese personaje creado por Melville que tanto adoro, “preferiría no hacerlo” (risas)… La verdad, Ruta 66 es muchas cosas a la vez, así que mejor que os defina el siguiente entrevistado. Yo lo que puedo decir, para acabar, es que me gusta Ruta 66 tal y como es..

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