Encuentros

Damien Jurado. Ábrete al mundo, da las gracias, ríete a carcajadas.


Figura referencial del indie-folk de la última década, el estadounidense Damien Jurado ha hecho de la perseverancia y la autoexigencia signos de identidad de una trayectoria que, con su último trabajo “Maraqopa”, alcanza ya las 10 referencias discográficas en tres lustros de trabajo casi monacal. Oriundo de Seattle y adscrito a Sub Pop en sus inicios, Jurado ha desarrollado sin embargo la mayor parte de su carrera al amparo de Secretly Canadian, sello de Indiana donde militan voces que, como la suya, tratan de penetrar en el a menudo impermeable tejido de las emociones humanas para abrir esa caja de Pandora sentimental que todos llevamos dentro y que tímidamente entreabrimos escuchando a según qué artistas. Maraqopa, su segundo trabajo junto al músico y productor Richard Swift, es una de las grabaciones que más hondo ha calado a quien esto escribe. Tras la larga y sincera conversación (¡vía Skype!) que mantuve con él, cuento las horas para que pueda hundirme en mi asiento del patio de butacas del Teatro Zorrilla (el próximo viernes 23, en el marco del Festival Blues i Ritmes de Badalona) y me deje anegar por la marejada de sonidos, voces, sentimientos y sensaciones que la música de este hombre (aparentemente) tranquilo despliega en mí.

 

 

 

¿Qué escucharé si llamo al 425.243.7859, el teléfono del futuro que has habilitado para que tus fans te dejen mensajes?

Oirás el sonido de las notas de un piano que está siendo tocado.

 

¿Has recibido muchos mensajes hasta ahora? ¿Qué te dicen?

Sí, unos cuantos. La mayoría me comentan que el disco les ha gustado y que esperan poder verme en directo.

 

Eres muy activo en Twitter (@damienjurado y @maraqopa). ¿Cuáles son en tu opinión los pros y los contras del social media?

Creo que las redes sociales son una buena manera de conectar con la gente, pero no creo que debieran reemplazar la interacción cara a cara. Lamentablemente, es algo que está sucediendo y cada vez más te encuentras con personas que usan esta fachada para hacerte creer que puedes contar con ellos cuando en realidad sólo están a tu alcance en el mundo digital.  Twitter es divertido porque es como hablarle al vacío, como escribir 1.000 veces tu nombre en la pizarra, como hacer graffiti. Facebook es útil para reencontrarte con gente a la que hace años que perdiste la pista. Pero, en líneas generales, creo que ambas están saturadas de información muy poco relevante, demasiada cháchara.

 

En un tweet reciente comentabas que el reconocimiento de voz de tu iPhone era de lo más disparatado.

¡Sí! Puede transcribir bien nombres como Metallica o Motörhead, con la diéresis y todo, pero se hace un lío con artistas de rap como RUN DMC o Notorious B.I.G. Mi iPhone es más fan del metal que del hip-hop, sin duda.

 

¿Cuánto hace que lo tienes?

Unos dos años. ¿Pero sabes qué? Tengo una relación de amor-odio con mi iPhone. Es como la materialización de una decepción, de un sueño que no ha acabado haciéndose realidad. Es decir, si recuperas libros o fotografías de los años 30 o 40 y ves como imaginaban que sería el futuro… Amigo, ¡ojalá nuestro presente fuera así! Creo que el futuro que ellos predijeron era mucho más excitante que nuestro aburrido presente. Me gustaría vivir en una era espacial, con coches volando y casas ultra-tecnológicas, en vez de estar sentado en mi sofá con la mirada clavado a un puto teléfono.

 

Esta visión se refleja bien en www.damienjurado.com/blog. ¿Cómo diste con esas antiguas imágenes?

Ese material influyó enormemente la gestación de Maraqopa. Es un compendio de referentes que me inspiraron, como un almanaque de tiempos pasados en el que se recopilan viejas fotos de platillos voladores, de héroes anónimos y espíritus libres.

 

¿Qué es para ti Maraqopa? ¿Un lugar? ¿Un estado anímico? ¿Un sentimiento?

Diría que es un poco de todo eso. Cuando conocí a Richard yo era muy precavido; creo que ahora soy algo más abierto respecto a la música. Maraqopa es un estado mental, me representa a mí como una persona abierta más abierta que nunca a aquello que me rodea.

 

En el blog recuperas una cita de Larry Norman, quien decía “prefiero mostrarme con todas mis debilidades, no le veo sentido a ser y comportarme como una estrella”. ¿Sería un lema para ti?

No tengo ningún tipo de deseo de convertirme en una estrella del rock, la verdad. Aborrezco todo lo que tiene que ver con la celebridad. Conecto con Norman porque se veía a sí mismo como una especie de misionero y es un enfoque vital que trato de adoptar día a día.

 

¿De qué debilidades te sientes más orgulloso o crees que ayudan a perfilar un retrato más cercano del Damien Jurado persona?

Prefiero decirte las que no me hacen sentir orgulloso (risas). La primera sería sin duda mi timidez, mi carácter reservado. Pero creo que “Maraqopa” me ha ayudado a empezar a eliminar buena parte de los filtros que ponía entre yo y el mundo. Quiero dejar atrás esa época en la que me censuraba, en la que escogía de forma muy precisa las palabras con las que iba a expresar mis sentimientos. Pero me harté, me dije “¿Por qué me hago esto?”. Además, hoy en día la gente no parece tener muchos problemas expresando sus opiniones, en especial aquellas personas muy implicadas políticamente. No es que yo quiera convencer al mundo vociferando mis ideales, no soy así. Se trata más bien que si ahora tú me preguntas algo voy a responderte sin titubeos, de la forma más honesta posible y asumiendo todas las consecuencias que mis palabras puedan provocar.

 

Tomando el título de uno de los temas del disco, “Nothing is the news”, ¿no te gustaría descubrir un día que al poner la tele no encontrarás nada noticiable o que precisamente la ausencia de noticias fuera la noticia?

Eso sería bonito, sin duda. ¿Te imaginas un canal de noticias donde todo lo que se contara fueran grandes noticias? Algo como, hoy han nacido 3.000 niños saludables. O que hubiera una sección dedicada a las mascotas desaparecidas que hubieran sido recuperadas y entregadas a sus dueños. Es por eso que me gusta tanto la sección del tiempo. No hay en ella nada político u ofensivo para mí.

 

Pero a veces llueve demasiado, ¡también hace mal tiempo!

Pero la lluvia es buena, todo está más verde (risas). Incluso en las peores catástrofes naturales, debes tratar de mirar el lado bueno para poder salir adelante. En medio del drama, seguro que aflora algo bonito y creo que es mejor fijar la mirada en eso que en perpetuar el discurso catastrofista.

 

La cultura del miedo. El momento de colapso económico tampoco ayuda a que los medios quieran fijar su mirada en las pequeñas cosas positivas que ocurren día a día…

No quieren porque eso no da dinero. ¡Incluso en la sección del tiempo! Un día soleado no da audiencia, la gente está ansiosa por saber donde hay un grupo de escaladores atrapados por la nieve. Volviendo al tema de las catástrofes naturales, los huracanes por ejemplo. Devastan ciudades y vidas humanas, sin duda; pero, ¿por qué las noticias no fijan también su atención en las historias humanas de esfuerzo y superación? ¿Por qué no sacan a relucir más casos de vidas salvadas de forma milagrosa y no tantos de gente asaltando tiendas de forma desesperada?

 

A nivel personal, ¿has sido capaz de aplicar esta forma de afrontar las desgracias, de ver el lado positivo incluso en las tragedias más dolorosas?

Lo intento, tío, lo intento. Te diré que en los últimos seis años he vivido algunas cosas devastadoras, pero en última instancia creo que todo pasa por alguna razón. Incluso aquello que no tiene explicación en el momento en que sucede, un hecho que me ha dejado emocionalmente en ruinas, al final he acabado extrayendo de ello una lección. Prefiero pensar: “algo bueno saldrá de todo esto” y luego poder mirar atrás y decir “aquí estoy, he aprendido a vivir con ello”.

 

Antes hablábamos de las viejas imágenes recopiladas en tu blog, de cuan aburrido es nuestro presente en comparación con el futuro que imaginaban los soñadores de hace décadas. Si volvieras a nacer, ¿en qué época de la historia te gustaría hacerlo?

Tengo dos. Una, por sorprendente que pueda sonar, sería el presente. Creo que algo está cambiando, noto un despertar en la conciencia de la gente que puede llevarnos a vivir momentos históricos. De veras que lo creo. ¿Otra época? Mmmm… Los años 50. Aquella fue una década de descubrimientos, todo parecía estar cambiando. Fíjate en la música, imagínate estar viviendo en esa época. Pero como siempre hay cosas que preferiría no tener que vivir, como la segregación racial y la opresión de la mujer.

 

Como decías, incluso cosas terribles como aquellas pasaron por algo y EEUU pudo extraer lecciones de ese periodo tan gris. Ahí está, con todos las pegas que uno pueda buscarle, Barack Obama presidiendo el país.

Te pondré otro ejemplo más cercano a ti. Hace unas semanas estuve actuando en Berlín, quizá una de las ciudades más liberales del planeta hoy en día. Bueno, pues si te pones a pensar que realmente no hace tanto estaba dominada por los nazis… Debemos aprender de las lecciones de la vida, para no repetir los mismos errores, sí, pero también para saber que, pase lo que pase, hay un futuro esperanzador y positivo esperándonos una vez haya pasado lo peor.

 

¿Cuál es tu refugio, el lugar donde te gusta resguardarte cuando amenaza tormenta afuera y prefieres estar a solas?

Tengo varios. El primero sería mi hogar con mi familia. Justo antes de atender tu llamado estaba pensando en ello, en lo que me gusta mi hogar. En esta casa, con mi mujer y mi hijo. Aquí disfruto de esas pequeñas cosas maravillosas, como cuando por la mañana mi hijo se sube a la cama y se tumba un rato a mi lado. Me gustaría que el tiempo se detuviera para siempre justo en ese momento. Otro lugar, más indefinido, es cuando estoy en presencia de Dios y su creación. Es ese sitio, ese instante en que te estremeces al ser testigo de Él. Es un sentimiento personal e íntimo, sin duda. Y no hablo de revelaciones ni  de milagros increíbles, sino de algo tan sencillo como ser consciente de tu voz y estarle agradecido por haberte dado voz; como respirar aire fresco y darle las gracias por llenar tus pulmones con él.

 

Seas o no creyente, no damos las gracias suficientes por estar, por sentir y  vivir.

Exacto. Agradéceselo a quien quieras, pero agradece. Porque suele pasar que no valoras lo que tienes hasta que lo pierdes. Hace un tiempo tuve un accidente con mi coche, siniestro total. Y me di cuenta entonces de cuanto dependía de ese coche. Y pude agradecerle a mi suegro que me prestara su coche. ¡Gracias, suegro! ¡Y gracias, coche! (risas).

 

Sin duda esa capacidad las gracias es algo que desarrollamos con la edad. Lo que me recuerda al videoclip de tu tema “Arkansas”, donde sales enterrándote a ti mismo. ¿Piensas en la muerte: un par de veces al día, nunca o más de lo que te gustaría?

¡Cada día! (risas). Diría que varias veces al día, no es broma. Pero no lo veo como algo negativo, sino como un recordatorio de que tu vida es corta. Imagina que alguien viene y te dice: “Hey, Roger, hoy es el último día de tu vida en la Tierra”. Apuesto a que querrías salir a decirle a todas las personas que quieres cuánto las quieres.

 

Sin duda.

O ir a tu restaurante favorito y pedir que te cocinen ese plato que te alucina.

 

Eso también.

Pues yo digo: ¿por qué no hacer eso cada día? La vida es corta, amigo. Mira, esta mañana al despertar, pensé: voy a desayunar bacon con huevo y patatas. ¿Por qué? Porque es uno de mis desayunos favoritos.

 

Pero, ¿crees que es más resultado de pensar “voy a morir” o “estoy vivo”?

¡Ambos! Una vez consideras la muerte como algo posible, la vida se convierte en algo más real. Es algo intenso, pero hey, esto se acaba rápido, así que vivamos intensamente. Y cuando eres padre mucho más. Cuando abrazo a mi hijo lo hago como si fuera a ser el último que le voy a dar. ¡Nunca se sabe! Tenía un amigo, aquí en Seattle, que estaba parado en un semáforo y de la nada salió un coche y le arrolló. Murió al instante.

 

Con todo, al menos según mi experiencia, a pesar de que uno haya vivido de cerca la muerte de seres queridos, la vida diaria, con todo su estrés y sus preocupaciones banales magnificadas, nos hace a veces olvidar qué es aquello verdaderamente importante y estar agradecido por ello.

Es cierto. Pero a mí me ha servido de mucho viajar por el mundo y ver otras maneras de vivir la vida y la muerte. En Estados Unidos tenemos mucho que aprender del resto del mundo en ese sentido. Recuerdo una vez, en Andalucía, creo que fue en Granada. Había un grupo de gente mayor reunida en un bar. Bebiendo, fumando, comiendo comida rica en grasas, tomando café… Y pensé: ¿Cómo está gente ha llegado a su edad y en Estados Unidos chavales de 30 años mueren de un infarto? Y creo que es porque esa gente vivía mucho menos estresada. En España os tomáis las cosas con otro ritmo. Allí los promotores se lo toman con calma; les pregunto “¿A qué hora salgo a tocar?” y ellos, “Bueno, tranqui, cuando veas, las 22h, las 23h, ya veremos” (risas). Mañana (sic).

 

Hablando de viajes, ¿en qué lugar has escuchado el sonido más alucinante; ya sea una música o un ruido de la naturaleza?

En España, y te juro que no es peloteo. Es más, si me preguntan el lugar más hermoso en el que he estado jamás responderé que en las playas de Cádiz. Fue uno de aquellos momentos inolvidables en tu vida; la playa, el sol, las aves, el viento… Yo a solas con la belleza del mundo en su plenitud. Pero no solo disfruto con el sonido de la naturaleza. En ciudades como Barcelona o Madrid, me gusta salir al balcón del hotel donde me hospedo y escuchar el ruido de la ciudad. Cada ciudad tiene su propio sonido; Madrid suena distinta a Nueva York y ésta distinta a Berlín.

 

Una confesión: debo admitir que antes de llamarte tenía mis dudas sobre cómo iba a transcurrir nuestra conversación. Sabes que existe esta imagen de ti como una persona reservada, tímida. Tampoco ayudan ni tu música ni tus fotos promocionales, la verdad.

Lo sé, lo sé. Sé que os sorprendo a todos cuando finalmente podéis charlar distendidamente conmigo (risas). Y en lo referente a las fotos promocionales, lo que pasa es que no me gusta que me retraten, no me siento cómodo y se nota que quiero que acaben rápido.

 

Me sorprendió descubrir que, a excepción de Caught in the Trees, todos tus discos son ficción, no hay rastro de autobiografía en tus canciones. ¿Te has planteado alguna vez dar el salto a la literatura, escribir una novela?

Me lo han propuesto varias veces, pero no creo que tenga ni la paciencia suficiente ni la educación literaria necesaria para dar ese paso. Mi lenguaje no está lo suficientemente desarrollado. Me muevo bien con las frases cortas, en el marco del formato canción, pero no crea que pueda desarrollar grandes conceptos ni grandes historias. Además, me cuesta mucho explicar algo tan simple como el argumento de una película o un artículo que acabo de leer en una revista.

 

Sigamos con fotos promocionales, ¿qué se te cruza por la mente cuando miras la que te hizo Charles Peterson en 1997, hace ya 15 años?

Veo a una persona muy inocente, pero también muy entusiasta. No sabía que estaba haciendo, había un componente de ingenuidad muy acentuado.

 

¿Echas de menos algo de esa candidez juvenil?

En parte sí. Esa sensación de estar descubriendo un mundo nuevo, de abrirme camino en esto de la música con mi propia voz, es algo que recordaré siempre con cariño. Pero los inicios también fueron duros. Mi primer disco fue vapuleado por la crítica. Bueno, el segundo y el tercero también (risas). Ha sido un desafío constante y, si te soy sincero, creo que no fue hasta hace un par de años que pude ubicarme a mí mismo como artista en este mundo. Ha sido un largo viaje, pero ha valido la pena. Es interesante que me hayas preguntado por esa vieja foto. El otro día, mi exmujer me dio una caja llena de fotos de esa misma época que no había visto desde entonces y fue un shock verlas ahora y pensar “Dios, lo que me esperaba; todo lo que iba a vivir a partir de entonces”.

 

Para terminar, dime qué te hace reír a carcajada limpia.

Varias cosas. Una sería el absurdo cotidiano, las pequeñas cosas surrealistas del día a día. ¿Cosas más palpables? Te diría, por ejemplo, las pelis de John Candy. Me troncho con él. Lo creas o no soy un fanático de las comedias y de las series de humor. Si he tenido un día malo y quiero animarme a base de risas me pongo un DVD de The Munsters. De hecho, llevo una semana viendo capítulos de The Munsters sin parar (risas). Adoro esa serie, me eleva el espíritu. Con la música me pasa lo mismo, soy un adicto a los grupos que me hacen olvidar rápidamente las penas, que me alegran el día. Las bandas de garage 60’s son ideales para eso, como The Sonics o The Kingsmen. O una banda que acabo de descubrir de garage-revival que se llaman The Mants, que van vestidos de hormigas. ¡Me encantan los grupos que se disfrazan! No te lo esperabas, ¿verdad? (risas). Pero es que necesito esas dosis de humor cada día; mi carrera musical, mis discos son tan serios que creo que puedo permitirme un poquito de comedia absurda, ¿no crees?

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