Es sabido que a David Kilgour no le gustan las entrevistas. Sencillamente, las rehúsa. Pero, claro, flamante ganador del mejor disco internacional 2011 por votación directa entre todos los colaboradores obliga a intentarlo. Puestos en contacto con él intentamos ablandarle felicitándole por el triunfo, le enviamos ejemplar del número de enero como comprobación y sustituimos la palabra “entrevista” por “responder cuestionario”. Mientras un escalofrío nos recorría el espinazo esperando la respuesta finalmente aceptó, si bien es cierto que las respuestas del “cuestionario” enviado no están a la altura de lo que esperábamos. Es lo que hay.
Eres un músico que te gusta incluir temas instrumentales en tus discos. ¿Qué ofrecen frente a la canción clásica cantada?
Siempre me ha gustado la música instrumental. Entre otras cosas, como escritor es un alivio. ¡A veces hay demasiadas palabras en el mundo!
Siempre he visto tintes psicodélicos en tus canciones, en parte por tu peculiar forma de tocar la guitarra. ¿Es premeditado o debido a alguna influencia?
Me gusta la música psicodélica de los 60. Hay cierta libertad musical allí, especialmente la psicodelia en su forma más libre.
En Left By Soft hay fragmentos pop de increíble belleza, como «A Break In The Weather», para a continuación pasar a abruptos pasajes con guitarras distorsionadas. ¿Por qué te gusta jugar con estos fuertes contrastes?
¡Un cambio es tan bueno como un día de fiesta! ¡La variedad es la sal de la vida!
Grabas con una discográfica americana y en Frozen Orange participan miembros de Lambchop. ¿Por qué regresaste a Nueva Zelanda y recuperaste a tu antigua banda, The Heavy Eights, para volver a grabar?
La grabación con Lambchop fue un proyecto paralelo. Salí de Nueva Zelanda para hacer solo Frozen Orange, sin ninguna intención de permanecer en los EE.UU.
¿Qué queda de aquella vibrante escena neozelandesa, el denominado Dunedin Sound? ¿Qué crees que es lo más importante que aportó? Supongo que la venta del sello Flying Nun influyó bastante para que se fuera apagando.
Flying Nun fue recientemente comprada otra vez por su propietario original. La fuerza en la antigua música de Flying Nun estaba en la composición de las canciones. Algunos de nosotros todavía existimos y hacemos música nueva, como Graeme Downes, Shayne Carter o Alastair Galbraith (N.delA., miembros de The Verlaines, Straitjacket Fits y The Rip respectivamente).
The Bats han acabado de publicar un álbum increíble. Vosotros dos sois los únicos supervivientes de aquel hervidero. ¿A crees que se debe que no haya habido relevo generacional, por qué ahora no hay bandas neozelandesas con suficiente peso internacional?
¿Estás seguro de lo que estás diciendo? ¿Qué hubo falta de reconocimiento internacional? ¡Pero si los estadounidenses abrazaron nuestra música! (N.delA., obviamente no ha entendido la pregunta).
¿Por qué el punk no golpeó a Nueva Zelanda? ¿Esta particularidad tuvo algo que ver con el tipo de música que se hizo después?
Oh, sí golpeó Nueva Zelanda,… ¡solo que dos años después! Alentó a todos a coger los instrumentos y comenzar a escribir nuestra propia música.
Las escenas neozelandesa y australiana son claramente opuestas. ¿A qué crees que se debe ese antagonismo?
¡Es todo una broma! De hecho nos gustamos mutuamente.
Se supone que el pop es un género al que no se le puede extraer más. Sin embargo, estás en constante experimentación, ampliando los bordes que lo definen. Supongo que no estarás de acuerdo cuando hoy se afirma que la música está vacía, que le falta cuerpo. ¿Crees que esta afirmación es debido al conformismo, a la desgana de experimentar?
¡La gente decía que el rock de guitarras murió hace décadas! ¡La gente decía que el rock&roll se acabó a finales de los cincuenta! Todo sigue. Yo no he conocido recientemente a nadie que diga que la música está muerta. Siempre hay continua necesidad de nueva música y siempre habrá experimentadores.
Cuando me preguntan que defina la música de David Kilgour & The Heavy Eights siempre digo que es la mejor combinación entre el pop perfecto de The Feelies con las ariscas guitarras de la última etapa de The Dream Syndicate, aquel tremendo tándem formado por Steve Wynn y Paul B. Cutler. ¿Cómo la definirías tú?
Supongo que es solo rock&roll.
Tu música me recuerda a esos espacios abiertos, a las Canterbury Plains del sur de Nueva Zelanda ¿Crees que la naturaleza, la tranquila forma de vivir allí y el estar tan apartados de otras escenas musicales os influye a la hora de escribir música?
Es posible. Ciertamente, tener tiempo para soñar despierto es importante. La reverberación sugiere espacio.
Fuiste el que empezó toda aquella escena con The Clean, los cuales reformaste y volvieron a grabar en 2009. Tu carrera en solitario está llena de álbumes fantásticos y tienen un reconocimiento de la crítica especializada, entonces, ¿por qué os volvisteis a juntar?
¡The Clean nos juntamos por vez primera en 1989! Desde entonces es un proyecto intermitente a tiempo parcial. Por pura diversión, por juntarnos y ver mundo.
Eddy Current Suppression Ring cita a The Clean como una de sus mayores influencias ¿No es paradójico que el punk se nutra del pop?
Tiene mucho sentido. El punk recordó a las personas que se puede hacer buena música con dos acordes y diciendo algo.
¿Qué recuerdas de tu paso con The Clean por el Primavera Sound Festival en 2010?
Era nuestro último concierto de una pequeña gira. Maravilloso lugar: tocamos junto al mar Mediterráneo. La gente que dirigía el festival nos cuidó estupendamente. Yo había estado en España hacía veinte años, así que fue genial volver. ¡España es un gran lugar! Tocamos con nuestros amigos como Endless Boogie, Yo La Tengo, WFMU y Thee Oh Sees. ¡Ah, y buena comida y buen vino!