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Remate, amor se escribe con V ¡¡¡Exclusiva Web!!!

El músico madrileño abre una nueva etapa en su carrera con un disco de pop nocturno y barroco, un nada irónico homenaje a las chicas de las películas…porno.

La prolífica carrera del barbudo Remate nunca se ha caracterizado por la repetición, pero después de la doble cumbre que significaron Safe And Sound (Mushroom Pillow, 2008) y su colaboración con Muni Camón, Somersaults (No Land State, 2009), era fácil sospechar que su siguiente paso le iba a encaminar a una nueva ruta. Esta se encuentra en Nueva York, junto a LD Beghtol, productor del 69 Love Songs de Magnetic Fields y a quien Remate conoció después de que el americano reseñase sus discos para Village Voice. El resultado es SuperLUV. Por lo que tiene de romántico (Everlasting), un notable disco de pop-ficción, barroco, soñador, conceptual y complejo, a la manera de un Stephin Merritt —que también colabora en el disco—, tan personal como excéntrico, y al mismo tiempo, el prólogo de un nuevo libro aún por escribir en la carrera de Remate. El amor esta vez no se escribe sin hache, sino con la V de “luv”.

 

-SuperLUV es completamente distinto a todo lo que culminó con Safe And Sound.

-Yo no creo que este sea tanto un salto respecto a mi último disco, sino más bien respecto al resto de mi carrera. Creo que de algún modo, llegué al final de algo, y ya no me estimulaban las mismas cosas. Es un capítulo cerrado y este es el principio de otra cosa, aunque la idea del disco pululaba por mi cabeza desde hacía años, desde que LD me propuso colaborar, aunque todo se haya compuesto ahora.

-¿Formaba parte de esa idea original el concepto de las actrices porno?

En un primer momento, no. Estaba dándole vueltas a la idea del “LUV”, ese amor mal escrito, cuando encontré en Wikipedia a todas esas actrices que se hacían llamar así, y me pareció una idea más interesante que la que estaba manejando, que partía de un concepto ingenioso del amor. Pero como el ingenio me aburre, decidí inspirarme mejor en toda esa atmósfera que surge de estas chicas.

-Hay cierta ironía en el disco…

Si la hay, no ha sido mi intención. Es un disco soñador, romántico, quizá a veces un poco tragicómico, y puede que decadente. Pero en mi actitud hay todo menos ofensa, ni ninguna clase de juicio. Es un homenaje, para mí estas chicas son heroínas, porque me divierten más. El amor no parece que esté presente en el porno, y estas chicas deciden llamarse “amor”, mal escrito, en un contexto en el que no parece posible que exista tal cosa.

-Estas chicas se codean en las canciones con Elvis o Shirley McLaine.

Dentro de este contexto, creo que hay símbolos que trascienden el género, que no están directamente relacionados con el porno pero sí con este amor. Cuando Shirley McLaine se ríe, a veces parece que llore de alegría, y Elvis es el superlover por excelencia: comienza siendo un galán, y termina hinchado, vestido de lentejuelas… También aparece Laurie Allen, la musa de Daniel Johnston, que siempre ha estado enamorado de ella sin haber sido correspondido. Mi papel en el disco es ese: hablar de chicas que no conozco y que me sirven de inspiración.

-¿Cambió la colaboración con Muni Camón tu forma de escribir?

Ese disco fue importante de cara a este nuevo, en el sentido de que me ponía a escribir para otra persona. Y en SuperLUV, las canciones me sitúan en primer plano, pero no hablan de mí. Aunque en el caso del disco de Muni Camón, las letras sí hablaban de mí, pero era Muni la que cantaba mis historias, la narradora. Es uno de los discos que más me apetece escuchar, precisamente por eso, porque en él hay una perspectiva más lejana de mí mismo.

-El hecho de ocultarse bajo el nombre de Remate, ¿es otra forma de mantener una distancia con tu “yo” cotidiano?

El nombre en realidad es lo de menos, pero me importaba por esa distancia. El nombre de Remate me permite crear discos que no vienen predeterminados por un concepto de autor o banda, sino que es un nombre abierto a que la gente que trabaja conmigo enriquezca mis canciones, aunque finalmente Remate sea yo.

-Venía escuchando el Little Criminals de Randy Newman, y curiosamente, me ha parecido que tenía mucho que ver con este disco.

Claro, a mí me apasiona ese disco. La vocación por ser músico no viene porque tengas más o menos aptitudes, sino porque haya musicos que te estimulen o te atraigan. Siempre escucho música, aunque luego hay cosas que siempre estoy poniendo: los Beatles, sobre todo el Sgt. Pepper’s y el White Album, los discos menos concretos, con menos singles y con mayor concepto de álbum. Me gusta East River Pipe, espero sus discos como el que espera la cena, perduran cosas de hip-hop clásico como De La Soul, RZA, Daniel Johnston como siempre, los Beach Boys y las locuras de Brian Wilson, Harry Nilsson… 

-¿Crees que Nueva York puede ser tu destino?

No, no lo creo, no lo he planteado así. Yo siempre digo lo mismo, que entre Madrid y Nueva York, donde me encuentro a gusto es en California, aunque no haya estado nunca. Me siento a gusto en los lugares que me quedan por conocer, es lo que me estimula.

Héctor G.Barnes

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