Discomático

The Kill Devil Hills – Man, You Should Explode

Grupo de irregulares de Quantrill que en su huida hubiesen terminado en las antípodas. Mercenarios con demasiados puentes quemados a las espaldas y una cualidad innata para evocar el incendio. Autores de canciones como perros sin amo, hits correosos y vagabundos, perfectos para trasegar bourbon mientras uno espera en el bar la aparición de sus propios fantasmas. Así es la cuadrilla de Brendon Humphries, primo lumpen de Nick Cave con menos libros y más armas de fuego en los estantes. Arrancan con la cortante infección de guitarras de «It’s Easy…», dejando clarito que no les quita el sueño la larga sombra de The Drought, su inapelable álbum anterior: rocosos, empecinados, chulescos paladines de una sensibilidad masculina que ejecutan con añejo saber estar, sin perder punch, narrando la historia con poética sequedad.

Así en «I Don’t Think..», crepuscular reflexión sobre el amor y su permanencia; así en «When the Wolf Comes», aguardentoso aullido de superviviente. Así en otros tantos ejemplos mayúsculos de rock remachado y emocional, “australiana” no apto para nenazas o abstemios. Añádanse el moderno «Words from Batman to Robin», cuyo estribillo es puro The Drones, y un par de apuntes a cargo de Joines («Rosalie») y el bataca Gibson, que revisa drogadicciones en tono dylaniano y apoyándose en una voz que es pura cicatriz («White Lady»). Y ahí está. Son “the other kind”, que diría Steve Earle en sus tiempos de fuera de la ley. Un disparo en la frente, en nombre de la sagrada, vieja y malgastada libertad. 
 
Luis Boullosa

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