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Pokey Lafarge, Kafé Antzokia (Bilbao)

Pokey Lafarge tiene aspecto de huir de cualquier pequeño pueblo del medio oeste subido en un vagón de un tren de mercancías, después de haber llegado unos días antes, tocado sus canciones, desplumado a alguien en las mesas de juego y seducido a la mujer del Sheriff de la población. Y ya subido en un trayecto hacia cualquier parte escribir una canción hablando de sus recientes peripecias.

Porque este artista de Illinois encarna perfectamente al buscavidas de otras épocas en las cuales vivir era más complicado y se hacía una música que ahora está viviendo su particular renacimiento. Sus treinta y pocos años acumulan un bagaje musical tan amplio como tradicional, algo que se agradece en una época en la que, a veces, se consumen productos musicales de usar y tirar, nada más alejado de la propuesta de Pokey LaForge.

En el Antzoki bilbaíno reunió a un público muy entregado (al que no le importó que fuera domingo por la tarde noche) que disfrutó de lo lindo de una propuesta ecléctica pero mirando a décadas pasadas. Abría la velada Gill Landry, fundador en la década del noventa (con Woody Pines) de The Kitchen Syncopators y músico de Old Crow Medicine Show. En esta ocasión se presentaba sólo con su acústica bajo un foco y con un puñado de canciones intimistas y con un sonido muy limpio. Tan sólo seis temas en apenas media hora en una actuación muy cercana al público y cerrada con una versión del tradicional “Cocaine Blues”, muy aplaudida y que dejó al respetable con ganas de más.

Gill Landry

Pero era momento de Pokey LaForge y este saltó a las tablas del Antzoki con un sombrero a juego con la chaqueta oscura, un pantalón blanco y corbata a rayas verticales blancas y negras. Elegancia a rebosar y acompañado por la clásica alineación de batería, guitarra y en este caso contrabajo, tres músicos que secundaron perfectamente a un Pokey que abría con “Better man than me” (gran ovación a su finalización, público con hambre de Rock), apostando fuerte en una actuación en la que tiró de sus temas más movidos. Continuó con “Wontcha please don´t do it” y “Wanna be your man”, con su final a falsete, antes de la primera canción que puso a bailar a las primeras filas, “Actin´ a fool”.

Bajaba el ritmo con la tranquila “Goodby Barcelona” (esos coros de la ra la lá…) con un aire a tarantela napolitana y que acababa con Pokey de rodillas cantando a capella mientras la banda sonaba. Sublime. El de Illinois prosiguió con una de sus canciones más famosas, “Something in the water”, arrancando la segunda gran ovación de la noche con su ritmo de acústica, gustando también mucho la delicada versión del “Carmelita” de Warren Zevon (admirado por el propio Pokey como explicaba en las páginas de Ruta 66). En “Drinkin´ Whiskey tonight” daba el protagonismo al contrabajo de Joey Glynn, mientras que la batería de Mathew Meyer mandaba por momentos en “Good Luck Charm”, Country de manual.

Un pequeño parón para tomar aire daba paso a “Rotterdam”, demostrando que el cóctel de toques de jazz, swing, country y folk funciona a la perfección cuando el público tiene también un bagaje musical importante. La suavidad de este tema fue perfecta para que Pokey se quedara sólo en el escenario para comentar que era su segunda vez en Bilbao, felicitar el cumpleaños a Teresa (una seguidora del público) y acometer con “When you did leave heaven”. El silbidito final y toda la atmósfera de la canción nos recordaron al George Bailey de Frank Capra en “Qué bello es vivir”. Bedford Falls ante el intento de suicidio de su protagonista y un ángel llamado Clarence para ayudarle. Todo un clásico. Un tema instrumental interpretado por la banda salvo su líder le daba tiempo a volver con una botella de vino y tirar de dos temas de los que te hacen moverte como un endemoniado, “Hard times como and go” (protagonismo para las seis cuerdas de Adam Hoskins) y el gran “Central time”, en el cual el duelo de la base rítmica, contrabajo versus batería, daba paso a un juego de coros con el público integrando la palabra “Bilbao” (ese guiño local) en la canción.

Llevábamos ya veinte temas antes de la primera retirada. Volvieron para el primer bis de la noche con la versión de “All night long” (tema de Tampa Red), “The Devil ain´t lazy” (no puede faltar la figura del diablo cuando uno recuerda los tiempos y lugares donde se tocaba esta música de raíces), “Cairo, Illinois” y el gran “La La Blues”, desatando la interactividad con un público que ya estaba entregado al desenfreno. Y tan a gusto estaban los cuatro músicos que volvieron en su segundo bis para despedirse con la clase que da el “King of the Road” de Roger Miller. En total fueron 24 temas para casi la hora y cuarenta minutos de concierto. El músico con el corazón en otras épocas se despedía brindando y dejando sola a la banda interpretar una canción de carretera, de picaresca en la Gran Depresión, de buscavidas errante, en definitiva, de alguien que nació mucho más tarde del universo musical en el que vive. Y gracias por mostrárnoslo de nuevo.

 

Texto: Michel Ramone

Fotos: Dena Flows

 

 

 

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