Muchos cambios han afectado al combo barcelonés desde que dieran sus primeros pasos a finales del 2010. Como único hilo conductor la figura de Rodrigo, bajista y alma indiscutible de Saturna. Cambalaches que no han afectado para nada la buena salud creativa del proyecto. Y este tercer trabajo de título homónimo es la prueba de su inquebrantable y pertinaz instinto de supervivencia.
Se les suele asociar a la escena stoner para definirlos de primeras aunque un servidor tiene muy claro que cada vez están más alejados de ser circunscritos a una única etiqueta. Su música tiene una fuerte raíz del hard rock setentero clásico pero también últimamente una gran presencia de las enseñanzas de algunas de las grandes bandas de los noventa. Caso de Soundgarden o Pearl Jam. Representadas ambas en la garganta de Jim Vieco. Un vocalista que deja huella en esta primera grabación pese a que ya lleva tiempo formando parte de la banda y actuando en directo con ellos.
Versátiles y poderosas sus cuerdas vocales dominan unas composiciones que equilibran perfectamente esas influencias antes citadas entre rocosos riffs, enorme el trabajo de guitarras en todo el álbum, y sólidas bases rítmicas. Nueve canciones que van desde la agresividad común al género, demoledora la apertura del disco con «Tired to Fight», hasta la seductora atmósfera cósmica bañada en ácido lisérgico de la final «A Place of Our Soul» rubricando una grabación excelente que seguro merecería mucha más atención de venir de más allá de nuestras fronteras. Cosas de la vida.
Y retomando el principio del texto apuntar que los dos guitarristas que grabaron el disco han dejado la banda. El cantante se ha hecho cargo de la rítmica y Oscar, de los desaparecidos Prisma Circus, pone sus seis cuerdas solistas en la actual formación. No teman, su fortaleza de espíritu prevalece. Y siguen siendo un cañón en directo.
Manel Celeiro
