Encuentros

Cristina Rosenvinge, la muerte y la doncella correcaminos

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ESO QUE VES AHÍ ES UNA CÁRCEL

Desde el piso 23 del Hotel Torre Catalunya la vista de la ciudad es impresionante. Estoy señalando que uno de los edificios que parece una iglesia es, de hecho, la cárcel Modelo, aún atestada de presos preventivos. ¿En medio de la ciudad? Yes. De todas las maneras en que me podía imaginar conocer a Christina Rosenvinge hacerlo señalando una prisión no era una de ellas. A menos que planeáramos la Fuga de Logan. Viene a presentar nuevo trabajo y su cambio de la multinacional Warner por la independiente catalana El Segell del Primavera. Ha pasado de ser “un caso sin resolver” en formato caja a hablar de ”Lo nuestro” pero con el dial bien sintonizado con el aquí y el ahora, cuando lo nuestro ya no es algo entre ella y otro (s), sino de todos nosotros, de los territorios conquistados en la representatividad, en la comunidad y la calle. Se pide un té rojo y yo le hago de eco, en plan críptica referencia a su discografía.

 

Ese tipo de recopilatorios y cajas uno se lo puede tomar de muchas maneras. ¿Cómo te lo tomaste tú?

Warner quería hacer esta caja porque sentían que el formato cedé se acaba y a mí me apetecía hacer eso porque era una manera por recopilar el tema de videos, grabaciones raras que queden por ahí desclasificadas y hacer una revisión. Cuando me la ofrecieron me dio una pereza espantosa pero luego cuando me puse en ello me gustó. Ya que se iba a hacer que se hiciera conmigo dentro y que se hiciera bien. Puse todas las canciones en orden cronológico como se habían escrito.

¿Pero afectó esa retrospectiva a lo que fuiste escribiendo después?

No creo que haya influido. Sí que influyó en que hubo un año y medio en que paré y en ese tiempo sí que pasaron cosas que han provocado qué haya escrito las canciones qué he escrito y cómo las he trabajado. Pero no es un punto y aparte ni un punto de inflexión. Desde dentro no tienes una perspectiva sobre tu carrera; vas haciendo.

Al escuchar canciones antiguas ¿tienes la tentación de regrabarlas?

Nunca. Siempre tengo la sensación de que puedo hacer las cosas mejor. Sí, que cuando las escucho ya no soy tan crítica como en el momento de hacerlo y entonces lo disfruto un poco más. Así valoro discos que me gustan, maquetas, canciones raras que quedaron fuera de los discos. Todo eso fue gratificante. Verlo todo junto fue muy impresionante.

¿Por qué el cambio de discográfica?

Warner todavía está sujeta a un modelo conservador. Cotizan en bolsa y al final de año no rinden con las críticas de los discos que han editado sino con las ventas entonces se rigen por eso. Entonces cuando yo acabé contrato, grabé “Lo nuestro” por mi lado y se lo llevé a ellos. Ya lo he hecho otras veces. Grabo el disco y busco a ver quién entiende mejor lo que he hecho. Fue a Warner primero y me dijeron “mira que eres rara”, “estás en un momento de ser un clásico y haces estas cosas raras que nadie va a entender”. Yo creo que sí se va a entender pero ellos siguen anclados en una idea muy conservadora.

Te dejaron dentro del museo pero se olvidaron cerrar la puerta. Además ¿cuando algo funciona para qué cambiarlo?

Sí, yo con “La joven Dolores” quería sacar como single la canción del Eco pero para ellos de single una canción de 7 minutos que cuenta una leyenda antigua les parecía poco digerible. Yo veía cómo impactaba en la gente cuando la tocaba en directo. Pero no me hicieron caso. ¡Una canción para la radio pero si las radios ya no existen! Y la canción que ha perdurado de ese disco es “La canción del Eco”. No sabes no sabes las satisfacciones que me ha dado esa canción. Trasciende al público de la música pop.

¿La elección de Raül Fernández de Refree como productor la tenías clara?

Accidental como todo lo demás. Estaba haciendo conciertos con Charlie Bautista y él empezó a hacer otra gira y me quedaron unos conciertos por hacer y necesitaba tocar con alguien y apareció Raül diciendo “yo, yo, yo quiero hacer la suplencia” e improvisamos un poco los dos. Empezó ahí una relación que fue avanzando. Se encargó él de la caja con lo que tuvimos una experiencia de estudio. Seguimos tocando en acústico y las canciones que yo hacía en casa que las iba programando con el garaje band en el Ipad se las iba enseñando y poco a poco se fue gestando el disco.

A veces escuchando el disco tienes la sensación de que cantas desde una casa encantada, con interferencias eléctricas, es tu estilo pero endurecido en algunos temas, un tejido de sonidos industriales menos orgánico y acústico.

Es la manera de grabar de Raül y buscaba mi presencia de voz que él encontraba que daba en directo y que no encontraba en los discos. Ésa era un poco su obsesión como productor. Se grabó así por eso, acortara esa distancia. De hecho en directo ahora lo estoy haciendo todavía más.

Cómo se adaptan a tocarlas en directo?

Hay un par de canciones que al llevarlas a banda han ganado mucha fuerza. El medio electrónico está muy bien cuando quieres darle potencia u oscuridad a un tema pero pierdes la cosa orgánica de cuando la estás tocando libremente. De hecho hay alguna canción que llevada al lenguaje más pop, más rock ha ganado un montón. En directo llevamos una mezcla: hay sonidos electrónicos y sonidos más clásicos.

 

LA MUERTE, ESA GRAN PUTA

En “Lo nuestro” Rosenvinge parece llegar a un terreno de madurez personal estimulante. No es el clásico de he visto la luz, las bondades de la lealtad, la ingenuidad, la pareja y que los domingos por la mañana también existen. Sino la madurez de trascender los pequeños cataclismos y asumir un romanticismo sin freno pero, al mismo tiempo, sin nihilismo adolescente. Me muero por ti pero se me pasará y seguiré jugando. Está en “Lo nuestro” la idea de la muerte como en un sorteo en el que vas teniendo muchos números y te alcanzará la muy puta sin que sea épico, de repente y, probablemente, por la espalda. También la idea de la propia identidad, en un juego de referentes y máscaras en la que tratas de saber las reglas de un juego que eres tú, los demás, lo que pierdes y añoras, lo que robas al mundo. Y en todo, la humilde sabiduría del artesano que utiliza el arte o el ingenio para hacer asumible la realidad. El arte como un martillo para romper y crear.

¿Cuál es el punto de riesgo, ruptura con respecto a La joven Dolores si es que lo hay?

Eres permeable a todo lo que pasa y a las circunstancias que tienes. En este caso no tenía banda en Madrid, sino que todos los músicos eran de Barcelona con lo que lo de encontrarse en el local a ver qué pasa no se podía hacer. Yo las estaba grabando sola en el ipad y estaban cogiendo un formato electrónico sin querer. Por otro lado, las letras que dicen palabras muy grandes como Tiempo, Muerte, Amor, Vida si eso lo llevaba a chelo y acústica eso podía ser un pastiche infumable. Al haber textos muy poéticas tenía que contrarrestar eso con una producción un poco bruta.

En “La muy puta”, “Segundo acto” y “La tejedora” eso funciona muy bien.

Es gracioso porque “La muy puta” cuando la gente la escuchaba se la tomaba muy de mal rollo, se la tomaba muy literalmente. A mí me parece como muy irónica, divertida, en plan Coyote y Correcaminos: al final me vas a pillar pero te lo voy a poner difícil. Cuando llegues aquí yo ya estaré en otro sitio. En realidad era muy vital. Solo puedes hablar así de la muerte cuando estás muy vivo.

¿Cómo sobrellevas la presión a la hora de encarar un trabajo?

No siento presión. Lo que sí quiero es con cada nuevo trabajo cambiar. En el anterior trabajo había trabajado muchos acústicos, muy de cantautora clásica con guitarras, piano, chelo y me hacía falta un poco de energía. Echaba mucho el subidón de tocar con banda. Empecé a escribir las canciones pensando que no podía haber nada de intimismo, de introspección porque para mí y para todo el mundo es un momento en que se necesita energía y ganas, de estar todos un poco al límite y sacarlo fuera.

El título es ambivalente.

El título salió de un poema que escribí que luego no sobrevivió. La idea era ésa. Pero también era un anzuelo. Un poco como el de “La muy puta” que todo el mundo aplicaba el título y viniendo de mí, diciendo ¿de qué coño va eso?

En artistas como tú siempre hay quien te ha escuchado teniendo a mano el Descodificador Rosenvinge.

En este disco la única relación personal es la existencial y lo que no hay es desamor por ningún lado. Aparecen en el disco conceptos que a medida que vas cumpliendo años se plantean con otra luz. Como la muerte o la identidad o ¿qué sentido tiene tratar de descifrar la realidad con arte? Claro. Es que son preguntas que uno se puede hacer a esta edad y si las haces a los 20 años sobre el paso del tiempo, o de todo esto aún no tienes entidad para hablar de palabras tan grandes y sin embargo a partir de aquí sí que se puede.

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NINA SIMONE & DORIAN GRAY

Supongo que a ti también te pasa pero el escribir una letra o una música o el modo de cantarlo debes desecharlo porque suena mucho a ti, lo cual es irónico porque uno trata de ser uno mismo, personal y ha de escapar cuando cree haberlo encontrado.

Absolutamente. Me pasa mucho. Estoy rodeado de gente muy crítica y ya me decían “no puedes volver a escribir de nada que tenga que ver con cuchillos” y pensaba “Qué horror” y entonces te fuerzas a ir a territorios donde no estás tan cómodo y en ese sentido las canciones de contenido social en este disco eran el desafío más grande porque hablar de eso sin caer en el tópico, en el panfleto o en la ingenuidad era muy difícil. Eso es lo más jodido. De hecho toda la situación que estamos viviendo, de farsa, desencanto, que todo eso no se metiera de la manera más chunga fue difícil pero tuve que evitarlo. Trate de trabajar las referencias para que no murieran en el 2017 porque la situación ya es otra.

A nivel personal ¿cómo llevas estar rodeado de gente que espera que hables, pienses y te comportes como lo que proyectas con tus canciones.

La cuestión es no tomárselo muy en serio y jugar con eso. Al final es un juego de máscaras también. La gente tiene una opinión de ti por cuatro fotos y dos titulares pero en realidad nadie puede saber quién eres. Para mí “La muy puta” también habla de eso. De estar perseguida por prejuicios y conceptos que en realidad han formado otros, que no tienen que ver contigo.

La gente percibe que el autor está entregando un espejo cuando en realidad lo que entregas es tu cuadro de Dorian Gray.

Sí, efectivamente. Porque la parte que hace interesante lo que tú eres es lo que tienes en común con todo el mundo. Cuando hablas de lo que le pasa a todo el mundo eso es la música pop, básicamente.

En el arte creo que lo más difícil de conservar es el equilibrio entre la desfachatez ignorante del principio y la madurez sabihonda pero insegura de después.

Tienes más referencias pero no tengo claro que se sepa mucho más. De hecho una parte esencial de mantener la frescura es darte cuenta de que no estás de vuelta y que sigues siendo un ignorante. En ese sentido una cosa fundamental y que es una carencia en la gente de mi generación es creer que los que vienen detrás saben menos. Lo oigo todo el rato: es que estos suenan a aquello o lo que se hacía… Ese discurso me exaspera. Lo natural es que cuando eres joven coges tus profesores que son mayores que tú pero a medida que vas creciendo coges profesores que tienen diez o veinte años menos que tú y que te enseñan a entender cosas que tú no entenderías. No hay que perder nunca la condición de alumno. La humildad de aceptar que sigues siendo un ignorante en muchas cosas. Tienes recorrido, experiencia pero es muy parcial.

¿Cómo te reseteas, con qué llenas el depósito?

Es raro que el mismo estímulo me sirva dos veces. Descubrir cosas nuevas es fundamental. A través de que hice el proyecto poético con Alejandro Simón Partal conocí muchos poetas que me ha sido muy estimulante a la hora de escribir letras. O de hablar con músicos de tu banda, o leyendo revistas musicales vas descubriendo música que te vuelve a electrificar. No sólo gente nueva sino gente no tan nueva que no conocías.

Al empezar a componer ¿más chispazo o rollo oficinista.

Es un poco rollo Nick Cave. ¿Viste el documental? ¿Te gustó? Me hizo mucha gracias sobretodo el tipo ese con los guantes manipulando cuidadosamente los fanzines como si fueran códices del siglo XV.

Para mí lo mejor fue las anécdotas sobre Nina Simone.

Sí, también fue mi trozo favorito. Nina Simone es Dios para mucha gente. Para mí también.

De lo que trabajas en tu oficina ¿qué aprovechas?

Un 15%. No puedo presumir de tener un talento acojonante porque la mayoría de lo que hago es malo pero creo que tengo el suficiente criterio como para quitar todo lo no tiene que ser. Eso sí, una vez lo he encontrado, entonces sí, el pulido que es lo que más disfruto es cuando empieza a crecer la canción. Lo que llega al disco es una mínima parte de lo que hay. Mi trabajo de criba es brutal. Empiezo muy lejos de donde quiero llegar.

Dime una canción que te hubiera gustado componer.

Una de las canciones que significa mucho para mí y que la volví a encontrar es una de Nina Simone “Who now where times go”. Que es de Sandy Dennis. A todo el mundo se la hago escuchar. Es en directo. Hace una introducción muy larga. Y la interpretación que hace es increíble. Me hubiera gustado tener esa capacidad de interpretación.

Ambición, arrogancia y audacia señalabas en el prólogo de “Mujer y música” de Toni Castarnado. ¿Conservas aún los tres parámetros en índices adecuados?

Era una teoría de sobremesa de café en una comida de mujeres que queríamos montar algo. Nos preguntábamos por qué cuando llega el momento de montar las cosas, de que los proyectos se hagan realidad, las decisiones las toman hombres. ¿Por qué hay tan pocas mujeres decidiendo? Mi teoría que surgió después de un par de chupitos era ésta. La de las tres A. Que son cosas que no se estimulan en las niñas porque se entienden que no son características o propias de las mujeres en la tradición ancestral de casi todas las culturas. Una mujer es alguien entregada a los demás. Que su importancia radica en el sacrificio por los demás. La primera canción “La tejedora” va de eso. Condicionamiento interno y externo del sacrificio. Por quién lo ejerce y para quienes lo ejerce porque todo sacrificio exige una deuda, una compensación, un chantaje que tampoco es bueno.

¿Cómo nació esa canción?

Viajamos con la banda a Perú e hicimos un bolo muy cutre, a las 2 de la mañana con un ampli que debía tener cincuenta años y que murió esa noche porque le metí el fuzz a toda castaña pero en ese bolo había como una furia tremenda. En ese momento, sin haberlo ensayando, me quedé colgada en un acorde y la banda que son la hostia se quedaron allí también. Uniendo esa idea y una cosa que vi allí por primera vez en la que indias quechuas cantaban canciones tradicionales en las que pegaban unos gritos muy graciosos, que eran como una histeria muy divertida. De ahí salió “La Tejedora”. Lo escribí de un tirón, lo grabé en el hotel y escribí la letra al llegar a Madrid.

¿Cómo crees que se va a recibir tu disco?

No tengo ni idea. Es siempre impredecible y como es así más vale que hagas lo que te gusta. Cuando grabé “La muy puta” a todo el mundo le pareció una ida de olla increíble y luego el otro día lo puse en el soundcloud y tuvo como ocho mil escuchas el primer día. Lo bueno de estos tiempos es que como se ha roto el juego y la baraja cada uno puede hacer lo que le dé la gana porque total, como nada te va a arreglar la vida más vale que te lo pases bien.

 

Texto: Carlos Zanón

Foto 1: Victor Garrido

 

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