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The Jayhawks, Las Armas, Zaragoza

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Resulta sorprendente la capacidad de convocatoria de los de Minneapolis, máxime cuando no han publicado nada nuevo en los últimos años. Esto demuestra la importancia de tener un conocido nombre, un inigualable legado y una inmensa calidad. Son uno de los icónicos representantes de lo que se llamó alt-country tan explotado en las décadas pasadas. Pero en un panorama actual de reinante crisis creativa, ir a lo seguro resulta ser lo más práctico.

Ya queda lejano el día en que The Jayhawks aterrizaban en Zaragoza en una casi olvidada sala Oasis para presentar Smile. Un disco que ayudó a acercar el género musical – si no lo había hecho ya entre los lectores de revistas especializadas antes de la era digital – a un público hispano todavía en pañales que despertaba de la resaca grunge de los noventa. Aquella vez llenaron la sala; anteayer volvieron a hacerlo.

En la formación teníamos a los originales Marc Perlman y Gary Louris junto a Tim O’Reagan y Karen Grotberg, que por su permanencia en la banda o por haber participado en discos tan emblemáticos como en el caso de Kraig Johnson (segundo guitarrista), pueden ser considerados como parte fundamental de ella. Probablemente teníamos sobre el escenario a la mejor versión de Jayhawks si no contamos la inevitable ausencia de Mark Olson. Nada podía fallar. Ya avisaron con la inicial “I’m Gonna Make You Love Me”, que la noche iba a cumplir las expectativas de los hambrientos de nostalgia.

Atendiendo al setlist uno puede pensar que se trataba de la gira de Rainy Day Music, y es que echaron mano de la sorprendente cifra de ocho canciones del susodicho álbum. Suponemos que esto quiere significar la importancia que la banda otorga a un poco reivindicado disco dentro de una discografía cuanto menos irregular en la última década. Uno de los aspectos más brillantes de los norteamericanos son sus logradas melodías, y para ello, el grupo al completo contribuyó en su consecución; sobre todo fue emocionante volver a escuchar a Karen acompañando la música con esas pinceladas que emanan de su teclado y que conectan con el universo de The Band.

Tim cantó en varias canciones, “Tampa to Tulsa” y la bonita “Blue” y compartió micrófono con Gary en la añeja “Ain’t No End”. Louris, siempre con ese talante serio, se colgó la Flying V para atacar con la electrizante “Big Star”, lanzando indirectas a los tiempos estrellados de las “estrellitas”. En unas mostró su lado folk cual poeta dylaniano y en otras, evocó a los espíritus de Byrds o Buffalo Springfield con cálidas melodías y soleadas armonías. “Smile” fue una de las canciones mejor recibidas y pudimos escuchar “Settled Down Like Rain” de su robusta obra Hollywood Town Hall, aunque Tomorrow the Green Grass continúa siendo su álbum más aclamado recurriendo a dos temas de éste, “Real Light” y la inolvidable versión de Grand Funk Railroad “Bad Time” (con Marc en la guitarra), para cerrar una extensa y exquisita actuación de los estadounidenses. Por su parte, los madrileños Laredo hicieron las veces de banda invitada, una propuesta que explora el lado más melódico del folk con un marcado carácter espiritual y tradicional.

Texto y Foto: Rubén Vela

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